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Artigos: Cuba
Yoani, una figura frágil con espíritu de acero PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 10 de Marzo de 2013 10:26

Por MARTINOTICIAS.-

La primera impresión al conocer a Yoani Sánchez es que ya la conoces.  No solo porque desde su salida de Cuba ha acaparado titulares de la prensa mundial, sino porque en persona Yoani resulta campechana y afable; como si te reencontraras con una prima lejana.

Incansable tras un viaje maratónico, por avión de Madrid a Ciudad de México y por carretera hasta la ciudad de Puebla, Yoani apenas descansó unos minutos para ducharse antes de participar en la reunión de medio año de la Sociedad Interamericana de Prensa.  Quizás energizada porque estaba apunto de hacer historia: por primera vez en más de 50 años una periodista residente en Cuba presentaría su informe ante la Comisión de Libertad de Prensa e Información.

El equipo de Martí Noticias tuvo a penas unos minutos en privado con la bloguera cubana antes de su presentación.  Yoani, que comúnmente se refiere a si misma como “esta personita”, tiene una presencia y aplomo que sorprende en una mujer tan pequeña.  Su sonrisa es fácil y sincero su abrazo y en el se descubre, solo por un segundo, a esa “personita” aparentemente frágil.  
Caminando entre una multitud de periodistas y flanqueada por una escolta del gobierno mexicano que resultó innecesaria, Yoani se sabe libre, se siente más fuerte.

"Cómo abrir desde adentro el cerrojo cubano”

Comenzó su participación dando las gracias y agradeciendo la vicepresidencia regional para la libertad de prensa en Cuba de la SIP y recordando a sus colegas periodistas que en Cuba sufren una calamitosa falta de libertad.

Aunque denunció que los medios masivos de información en Cuba no son públicos, sino propiedad privada del partido comunista, también se mostró llena de esperanza por el nuevo y creciente apetito del cubano de expresar su opinión, apoyado en nuevos recursos tecnológicos que permiten una red de distribución de información mas inmediata y difícil de censurar como las memorias flash y las redes sociales.

La Cuba de hoy es, para Yoani, una contradicción donde aparentes cambios en la ley prolongan un gobierno autoritario en el poder, un sistema que penaliza la discrepancia y la opinión; pero por el otro, es una Cuba donde se gesta un pueblo que no quiere callar y que hace sentir su voz. 

Los cambios se pueden dar hasta en los lugares menos pensados, afirma con certeza: “mi labor periodística puede contagiar. En todos los medios oficiales me están leyendo, me leen en Granma, para contrarrestarme…yo creo en que mis textos pueden convertir a las personas”.

Sin embargo Yoani alerta del peligro de creer en los cambios del gobierno, que considera solo válvulas de escape económico para controlar el poder.  Mas aun, hace un llamado a la prensa internacional de no desviar su vista de Cuba, pues de otra forma los periodistas independientes y blogueros perderían la poca protección que tienen.
Después de pasear por la hermosa ciudad de Puebla y visitar del centro colonial considerado patrimonio de la humanidad, la periodista cubana compartió el almuerzo con colegas periodistas de todo el mundo.  Se mostró sonriente y campechana, aun sin dar señales de cansancio y con una increíble capacidad de mantener una conversación mientras publica un twit detrás de otro.

Le preguntamos a Yoani como se define a si misma después de este viaje que le ha cambiado la vida, casi sin pensarlo respondió: “soy un electrón libre”.


 
¿Condolencias por la muerte de Hugo Chávez? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 08 de Marzo de 2013 15:02

Por Huber Matos Araluce.-

Si la familia de Hugo Chávez hubiera expresado condolencias cuando murió Oswaldo Paya Sardiñas, Laura Pollán Toledo y Orlando Zapata Tamayo,  quizás me sentiría obligado a reciprocarles con un mensaje de pésame similar al que ellos nunca hicieron.

Pero por el contrario, cualquier comentario que se hubieran visto precisados a hacer sobre la muerte de nuestros compatriotas habría sido para denigrarlos y así complacer a la dictadura que más crímenes ha cometido en toda la historia de Latinoamérica.

Si recuerdo algo de geometría es algunos de los axiomas de Euclides:  Dos figuras que coinciden son iguales entre sí y dos cosas iguales a una tercera son iguales entre sí.

Hugo Chávez es responsable de la permanencia en el poder de un grupo de ladrones y criminales que llevan más de medio siglo oprimiendo a Cuba.  Hugo Chávez ha sido cómplice de cada golpiza, abuso, encarcelamiento y crimen que se ha cometido en Cuba. 

El hermano de Hugo Chávez y sus hijas se han comportado como una extensión política del hombre que le ha hecho un daño muy grande al pueblo de Venezuela y el aliado incondicional de los hermanos Castro.  No encuentro razón alguna para presentarle condolencias a ninguno de ellos. 

Además nunca fueron mis amigos y nunca los conocí.    Darles el pésame me haría parecer como si yo fuera un jefe de estado y mis declaraciones las estuviera esperando la prensa internacional.  No es el caso.

Tampoco le habría expresado condolencias a la familia de Rafael Leónidas Trujillo ni a la familia de Fulgencio Batista.  No se las habría dado en su momento a la familia de Adolfo Hitler aunque millones de alemanes lloraran por él. Ni se las daré a las de Fidel y Raúl Castro el día que partan al Infierno. 

Yo me alegro de todos los tiranos y todos los aspirantes a tiranos cuando se van de este mundo y dejan de hacer daño a otros seres humanos.

Con excepción de la ex esposa de Hugo Chávez, Nancy Iriarte, a la que no creo que le interese que nadie le exprese condolencias y mucho menos la mías, porque no nos conocemos, lo único que podría decirle a los millones de chavistas que hoy lloran su muerte es que un día muchos de ellos le darán gracias a Dios por lo que ha sucedido.

Si tuviera algo que decir sobre este caso leería dos párrafos de la carta que le mando  Nacy Iriarte a Hugo Chávez:

“No quiero que te marches de esta vida sin antes despedirnos, porque has hecho un mal inmenso a mucha gente, has arruinado a familias enteras, has obligado a legiones de compatriotas a emigrar a otras tierras, has vestido de luto a incontables hogares, a los que creías tus enemigos los perseguiste sin cuartel, los encerraste en ergástulas que no lo merece ni un animal, los insultaste, los humillaste, te burlaste de ellos, no solo porque te creías poderoso, sino inmortal… porque el fin de los tiempos no era contigo.

Bueno, me despido, solo quería que supieras que pasarás a la historia como un traidor y un cobarde, que no rectificaste cuando pudiste, te dejaste llevar por tu soberbia, por tus ideales, por tu ideología renunciando a los más preciado, a tu libertad y a la libertad de los otros, y la libertad nos hace humanos.

“*El Socialismo solo funciona en dos lugares: en el Cielo, donde no lo necesitan, y en el Infierno donde ya lo tienen*”

Última actualización el Viernes, 08 de Marzo de 2013 15:03
 
La herencia de Hugo Chávez PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 08 de Marzo de 2013 11:52

Por Pedro Corzo.-

El presidente Hugo Chávez, murió el mismo día que Jose Stalin. Coincidencia que vale la pena evocar, porque ambos gobernantes promovían el socialismo, aunque en versiones diferentes.


El mandatario venezolano pretendió imponer el Socialismo del Siglo XXI, una versión menos cruenta en bienes, derechos y vidas que el socialismo real que implantó su par soviético, pero fundamentada igualmente en el despotismo y el abuso de poder, como denunciaron en múltiples ocasiones instituciones defensoras de los derechos humanos, entre ellas la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, de la que retiró su país por las constantes criticas a su administración.


Evidentemente su muerte genera numerosas expectativas para Venezuela y el resto del continente americano. Su modelo autocrático trascendió las fronteras, no por su capacidad de liderazgo, sino por las grandes riquezas de esa nación que le permitieron invertir en un proyecto político que sin dudas cosechó grandes éxitos.

Chávez no produjo el encantamiento mágico de Fidel Castro, ni llegó al poder con la aureola de Mesías de su maestro. Tampoco contó con las habilidades políticas del dictador cubano, pero  poseía un excelente olfato político, un aguzado sentido de la oportunidad y mucho dinero como se ha señalado.


Tuvo a su favor que un sector de la clase política y empresarial venezolana, al igual que la cubana en su momento, tenia vocación suicida y apoyó un caudillo que paulatinamente le conculcaba los espacios en los que desarrollaban sus actividades.


Su fórmula para acercarse al poder absoluto fue novedosa. No destruyó las instituciones del estado, las transformó a su medida, impulsando una constitución originaria que le abría un mundo de posibilidades para avanzar al establecimiento de una dictadura institucional.


Legitimó el despotismo político por medio de una eficiente maquinaria electoral. Una fórmula novedosa en un continente en el que los caudillos habían impuesto su voluntad a sangre y fuego, aunque eso no significó que cuando las circunstancias lo demandaron no recurriera a la violencia extrema para controlar a los descontentos.
Chávez nunca mostró respeto a las normas democráticas. En su opinión un adversario o rival político era un enemigo que debía ser en el mejor de los casos desacreditado. Practicó el fusilamiento moral, recurrió a la ilegalidad para encarcelar a los que se oponían a su mandato. Obligó al exilio a miles de personas  que solo defendían la democracia.


Limitó la libertad de expresión. Promovió la autocensura. Eliminó los medios de información que le adversaban con grandes multas o cancelando las concesiones gubernamentales. Los periodistas fueron atacados por su nombre y gustaba ridiculizar al comunicador que le hiciera una pregunta incomoda.
La propiedad privada nunca fue un serio obstáculo para su proyecto de dominación, siempre y cuando el capitalista fuera a fin a su proyecto, de ahí que en Venezuela surgiera una  generación de nuevos ricos que popularmente fueron identificados como los boliburgueses.


Chávez estableció una dictadura institucional. Ajustó la legalidad a la conveniencia del proyecto que patrocinó, lo que le permitió limitar las libertades ciudadanas  en un marco constitucional que hacia difícil la reivindicación de los derechos perdidos.
Concentró los poderes públicos en su persona. Decidía legislaciones que restaban a su voluntad el poder de los funcionarios electos. Reorganizaba las circunscripciones electorales a su conveniencia e incurrió en gastos que han dañado profundamente la economía venezolana.


La corrupción se expandió y profundizó con el subterfugio de gastos públicos en el sector social como fueron los programas de Barrio Adentro, que no  resolvían los problemas socioeconómicos del país porque no generaban riquezas, sino más dependencia ciudadana del gobierno. Las empresas públicas han sido devastadas, en particular PDVSA, la principal industria del país.


Politizó las Fuerzas Armadas. Los gastos en armamentos se incrementaron mientras la infraestructura del país se destruía. Los grandes ingresos petroleros fueron despilfarrados en una diplomacia petrolera que le permitió arrendar una clientela política que estaba a su favor en los foros internacionales.


El gran triunfo de Chávez radicó en el uso discrecional de los petrodólares. Tuvo mas éxitos que Castro en el común propósito de destruir las sociedades democráticas de América Latina. Inventó el despotismo electoral. Fue gestor del Celac, el Alba y UNASUR, todos instrumentos de control político.


Su herencia son regímenes como el de Rafael Correa, Evo Morales y Daniel Ortega, pero su principal aporte fue el haber mantenido por años la fracasada dictadura de los hermanos Castro. Algunos analistas afirman que aportó al totalitarismo cubano más riquezas que la extinta Unión Soviética.


No olvidemos que Chávez apoyo a las guerrillas terroristas de las FARC y hasta demandó el reconocimiento de su beligerancia. Fue un excelente aliado de Muammar Gaddafi y de Mahmud Ahmadineyad. Un admirador de Ernesto “Che” Guevara, que se declaraba hijo de Fidel Castro.

El presidente Hugo Chávez, murió el mismo día que Jose Stalin. Coincidencia que vale la pena evocar, porque ambos gobernantes promovían el socialismo, aunque en versiones diferentes.


El mandatario venezolano pretendió imponer el Socialismo del Siglo XXI, una versión menos cruenta en bienes, derechos y vidas que el socialismo real que implantó su par soviético, pero fundamentada igualmente en el despotismo y el abuso de poder, como denunciaron en múltiples ocasiones instituciones defensoras de los derechos humanos, entre ellas la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, de la que retiró su país por las constantes criticas a su administración.


Evidentemente su muerte genera numerosas expectativas para Venezuela y el resto del continente americano. Su modelo autocrático trascendió las fronteras, no por su capacidad de liderazgo, sino por las grandes riquezas de esa nación que le permitieron invertir en un proyecto político que sin dudas cosechó grandes éxitos.

Chávez no produjo el encantamiento mágico de Fidel Castro, ni llegó al poder con la aureola de Mesías de su maestro. Tampoco contó con las habilidades políticas del dictador cubano, pero  poseía un excelente olfato político, un aguzado sentido de la oportunidad y mucho dinero como se ha señalado.


Tuvo a su favor que un sector de la clase política y empresarial venezolana, al igual que la cubana en su momento, tenia vocación suicida y apoyó un caudillo que paulatinamente le conculcaba los espacios en los que desarrollaban sus actividades.


Su fórmula para acercarse al poder absoluto fue novedosa. No destruyó las instituciones del estado, las transformó a su medida, impulsando una constitución originaria que le abría un mundo de posibilidades para avanzar al establecimiento de una dictadura institucional.


Legitimó el despotismo político por medio de una eficiente maquinaria electoral. Una fórmula novedosa en un continente en el que los caudillos habían impuesto su voluntad a sangre y fuego, aunque eso no significó que cuando las circunstancias lo demandaron no recurriera a la violencia extrema para controlar a los descontentos.
Chávez nunca mostró respeto a las normas democráticas. En su opinión un adversario o rival político era un enemigo que debía ser en el mejor de los casos desacreditado. Practicó el fusilamiento moral, recurrió a la ilegalidad para encarcelar a los que se oponían a su mandato. Obligó al exilio a miles de personas  que solo defendían la democracia.


Limitó la libertad de expresión. Promovió la autocensura. Eliminó los medios de información que le adversaban con grandes multas o cancelando las concesiones gubernamentales. Los periodistas fueron atacados por su nombre y gustaba ridiculizar al comunicador que le hiciera una pregunta incomoda.
La propiedad privada nunca fue un serio obstáculo para su proyecto de dominación, siempre y cuando el capitalista fuera a fin a su proyecto, de ahí que en Venezuela surgiera una  generación de nuevos ricos que popularmente fueron identificados como los boliburgueses.


Chávez estableció una dictadura institucional. Ajustó la legalidad a la conveniencia del proyecto que patrocinó, lo que le permitió limitar las libertades ciudadanas  en un marco constitucional que hacia difícil la reivindicación de los derechos perdidos.
Concentró los poderes públicos en su persona. Decidía legislaciones que restaban a su voluntad el poder de los funcionarios electos. Reorganizaba las circunscripciones electorales a su conveniencia e incurrió en gastos que han dañado profundamente la economía venezolana.


La corrupción se expandió y profundizó con el subterfugio de gastos públicos en el sector social como fueron los programas de Barrio Adentro, que no  resolvían los problemas socioeconómicos del país porque no generaban riquezas, sino más dependencia ciudadana del gobierno. Las empresas públicas han sido devastadas, en particular PDVSA, la principal industria del país.


Politizó las Fuerzas Armadas. Los gastos en armamentos se incrementaron mientras la infraestructura del país se destruía. Los grandes ingresos petroleros fueron despilfarrados en una diplomacia petrolera que le permitió arrendar una clientela política que estaba a su favor en los foros internacionales.


El gran triunfo de Chávez radicó en el uso discrecional de los petrodólares. Tuvo mas éxitos que Castro en el común propósito de destruir las sociedades democráticas de América Latina. Inventó el despotismo electoral. Fue gestor del Celac, el Alba y UNASUR, todos instrumentos de control político.


Su herencia son regímenes como el de Rafael Correa, Evo Morales y Daniel Ortega, pero su principal aporte fue el haber mantenido por años la fracasada dictadura de los hermanos Castro. Algunos analistas afirman que aportó al totalitarismo cubano más riquezas que la extinta Unión Soviética.


No olvidemos que Chávez apoyo a las guerrillas terroristas de las FARC y hasta demandó el reconocimiento de su beligerancia. Fue un excelente aliado de Muammar Gaddafi y de Mahmud Ahmadineyad. Un admirador de Ernesto “Che” Guevara, que se declaraba hijo de Fidel Castro.

 
Encuentros, esperanzas y salidas PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 04 de Marzo de 2013 08:38

Por Raúl Rivero

Madrid – Los gobiernos totalitarios, fascinados por la tentación del poder eterno, producen siempre en los grandes sectores de las generaciones de ciudadanos que los padecen, reacciones diversas que van, desde el hastío, el rechazo, el escapismo y la indiferencia hasta el reconcomio, la indignación y la rebeldía.

Se trata, como han dejado escrito algunos de los cronistas de la batalla contra el comunismo en Europa del Este y como enseña la experiencia criolla, de la alternativa de salir al exterior a buscar la libertad y el progreso que les está negado en su país de origen o permanecer, por encima de todos los signos negativos, para trabajar a favor de la transformación tajante de la realidad.

Como es natural, cada una de las naciones del llamado campo socialista que se quitó de la cabeza la dictadura lo hizo de acuerdo a su historia, su cultura, sus singularidades geográficas. Y la capacidad de los dirigentes que surgieron, en algunos casos, de organizaciones sindicales como Lech Walesa, en Polonia y, en otros, de la disidencia intelectual como el dramaturgo checo Vaclav Havel.

No hay manuales, ni guías traducidas de otro idioma para señalar las vías que deben tomar quienes trabajan por la libertad dentro de Cuba.

Lo más atinado y respetuoso que he escuchado sobre el tema lo dijo una tarde de la primavera de 2005, en su oficina privada de Praga, el protagonista principal de la Revolución de Terciopelo. En voz muy baja, con serenidad y afecto Havel susurró algo como esto: Estamos aquí para escuchar a Cuba y para ayudar.

Así como no se han escrito fórmulas que se puedan exportar, tampoco hay almanaques con las fechas señaladas de antemano, ni relojes detenidos a ninguna hora. Pero el empeño y la ilusión del cambio es un elemento que ni las maniobras políticas del gobierno, ni la represión, el destierro, la cárcel o la violencia han podido borrar del escenario de la isla.

Esta semana se anunció en La Habana la creación en una alianza de grupos opositores que tiene representantes de todas las provincias del país. La coalición, la Unión Patriótica de Cuba, está dirigida por los ex presos políticos José Daniel Ferrer, Félix Navarro y por Guillermo Fariñas, premio Sajarov 2010 del Parlamento Europeo.

Junto a ellos aparecen otros ex prisioneros políticos de la Primavera Negra de 2003, como Iván Hernández Carrillo, Ángel Moya y Pedro Argüelles. El abogado René Gómez Manzano y el profesor Félix Bonne Carcasés, veteranos líderes de la oposición, están el secretariado de la coalición.

Quieren convertirse en una organización de masas “donde tengan participación todos los que desean una Cuba libre, justa y democrática”.

Ellos, que llegaron de todas partes, desde los grupos de jornaleros agrícolas, fábricas, talleres, bufetes de abogados, aulas de la universidad y los calabozos, han hallado puntos de encuentro y quieren abrirlos para sus compatriotas. Las palabras de Vaclav Havel le deben sonar a buena música: Estamos aquí para escuchar a Cuba y para ayudar.

Tomado de EL NUEVO HERALD


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Cuba: Ética y cosmética PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 22 de Febrero de 2013 10:58

Por Vicente Botín.-

En un artículo titulado “Cuba, cinco años decisivos”, Leonardo Padura, galardonado recientemente por el gobierno castrista con el Premio Nacional de Literatura, hace un análisis de las elecciones celebradas en su país para elegir diputados de las asambleas municipales y provinciales del parlamento, “última instancia –según el escritor— en la que el voto ciudadano tiene capacidad de decidir”. Sin entrar en consideraciones sobre el significado de ese peculiar sistema “democrático” en el que 612 candidatos filtrados por el gobierno concurren a unas elecciones para cubrir 612 puestos, me llama la atención la lectura que hace Padura sobre la propuesta que presentó Raúl Castro en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, en abril de 2011, de limitar los mandatos de los principales cargos políticos, incluido el suyo, a un máximo de dos legislaturas de cinco años.

Ese hecho, según Padura, entraña “la mayor importancia política e histórica” para Cuba porque, dice el escritor, “luego de que Raúl Castro sea elegido para el cargo de presidente del Consejo de Estado (pues nadie duda de que será ratificado), estaría apuntando el día uno de una cuenta regresiva que, al cabo de otros 1.823 días, marcaría el fin del mandato político del general y de al menos cinco de los actuales seis vicepresidentes, quienes oficialmente asumieron sus cargos en febrero de 2008, cuando se hizo evidente el imposible regreso de Fidel Castro al poder y el ascenso presidencial de su hermano”.

Según esa optimista previsión, el 24 de febrero de 2018, cuatro meses antes de cumplir 87 años y después de haber celebrado por todo lo alto el 59 aniversario de la revolución, Raúl Castro podrá retirarse a sus cuarteles de invierno y compartir batallitas con otro ilustre jubilado, su hermano Fidel, quien en agosto de ese año cumplirá 92 años. No es mal argumento para una novela de ciencia ficción. Incluso para una película. En “Brigadoom”, realizada en 1954, Vincente Minnelli contó la historia de una aldea escocesa víctima de un encantamiento que mantiene dormidos a sus habitantes durante un siglo. Cumplido ese plazo, se despiertan y vuelven a la vida, pero solo durante un día. De esa forma se preserva al pueblo de la corrupción y maldad exterior y mantiene su encanto y armonía.

Cuba es víctima también de un “encantamiento” que la ha mantenido “dormida” durante más de medio siglo. Y no son pocos los que la ven como Gene Kelly y Van Johnson, dos turistas afortunados que contemplaron “Brigadoom” justo el día en que el pueblo despertaba de su letargo. Muchos de los que miran a Cuba ahora quedan encandilados ante lo que Padura llama el “engranaje estructural socialista cubano” que según él ha puesto en marcha Raúl Castro “en procura de lo que más requiere el país: institucionalidad, control financiero, aumento de la productividad, eficiencia económica, autosuficiencia en la producción de ciertos rubros, cambios en la política de empleo, modificaciones en la propiedad, etcétera”.

Es cierto que Raúl Castro está tratando de ordenar el caos que él mismo contribuyó a crear, sometido como todo el país, a las arbitrariedades y caprichos de su hermano Fidel. Pero los cubanos son actores pasivos en ese proceso, no participan en la toma de decisiones que les afectan y les van a afectar aún más en el futuro. Asisten, mudos, como los 612 diputados que les “representan” en la Asamblea Nacional del Poder Popular, a las transformaciones que se están llevando a cabo en la isla. Aplauden, eso sí, el fin de lo que Raúl Castro llamó “prohibiciones absurdas”, pero poder salir de Cuba –arbitraria y caprichosamente: Yoani Sánchez sí pero José Daniel Ferrer y muchos otros disidentes, no–, tener un teléfono móvil, un ordenador o una licencia para realizar oficios de menestrales por cuenta propia, no son cambios como para maravillarse.

Raúl Castro, dueño y señor de Cuba por la gracia de su hermano Fidel, ha decidido gobernar hasta 2018. Y lo va a hacer con el mismo sistema de partido único que impera en Cuba desde mediados del siglo pasado y con la misma estructura represiva que lo ha hecho posible. Esa es la realidad. Las reformas son bienvenidas y suponen en gran medida un alivio para la población, pero no pueden celebrarse, como se hace, como si fueran cambios democráticos. Cuba es una dictadura donde los cubanos no pueden expresar libremente sus opiniones ni pueden votar a un partido que no sea el comunista. En Cuba no hay sindicatos libres, ni prensa independiente, ni libertad de enseñanza… A muchos cubanos les cuesta entender que personas que gozan de libertades democráticas en sus países defiendan un sistema que niega las suyas.

Al recibir el Premio Nacional de Literatura, Leonardo Padura dijo: “He sido un hombre libre de decir dentro y fuera de Cuba lo que pienso”. Y tiene razón. Muchos intelectuales y artistas cubanos han podido entrar y salir libremente de la isla y decir lo que piensan… dentro de un orden, naturalmente. Pero son muy pocos los que gozan de ese derecho. Si todos pudieran expresarse libremente no habría disidentes en Cuba. No se encarcelaría a nadie por opinar y exigir el respeto de los derechos humanos. El lobo no se convierte en cordero porque permita a Leonardo Padura decir lo que piensa. Incluso puede autorizar la publicación en la isla de su libro “El hombre que amaba a los perros”, una feroz crítica al estalinismo. Pero es una excepción y las excepciones se usan, como los detergentes, para blanquear la norma.

El propósito de Raúl Castro de retirarse dentro de 1.823 días es una broma de mal gusto. Cuba necesita urgentemente dejar atrás la noche castrista. La mejor reforma es la recuperación de la democracia. Lo demás es cuento. Pura cosmética que no ética.

Tomado de INFOLATAM/EFE

 
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