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Los Buitres de Maduro PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 21 de Marzo de 2014 13:35

Por Pedro Corzo.-

Las organizaciones que se opusieron a las dictaduras militares sudamericanas de los años setenta del pasado siglo,  acusaron a los gobiernos del cono sur de haber instrumentado una alianza con el propósito de destruir a los movimientos subversivos que intentaban derrocarlos, dicho sea de paso,  ninguno los grupos insurgentes logró sus objetivos porque las dictaduras concluyeron cuando el agotamiento y la acción cívica de los pueblos las hizo inviables.

Paradójicamente si representantes, aliados o simpatizantes de aquellos grupos subversivos se encuentran en el presente en el poder ha sido por algo que aquellos sectores repudiaban: el voto universal, libre, secreto y plural.

Aquella alianza fue identificada como Operación Cóndor. Las fuerzas represivas de los países asociados no tenían que respetar las fronteras para apresar y hasta matar a cualquier individuo que pudiera ser una amenaza.

Los dictadores de Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia, Brasil y  Paraguay, enfrentaban movimientos violentos, grupos extremistas que practicaban el terrorismo urbano, los atentados personales, el secuestro y la lucha guerrillera rural.

Eran gentes dura que creían en la violencia y la practicaban en todas sus formas, justo recordar que siempre contaron con el apoyo absoluto de la dictadura cubana.

Los dictadores de los países mencionados que llegaron al poder por la violencia, no escatimaron esfuerzos por acabar con la oposición y no dudaron en imponer un terror desde el estado. Asesinaron e hicieron desaparecer personas, entre ellas gente inocente o al menos individuos que estaban a favor de  soluciones políticas y repudiaban el terrorismo.

Las enseñanzas de aquellos dictadores que se aliaron para sobrevivir, al parecer germinó entre quienes ocupan en el presente sus posiciones.

Por ejemplo la Unión de Naciones Sudamericanas, UNASUR, emitió una declaración de total satisfacción para el gobierno de Caracas, porque apunta “respaldar los esfuerzos del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela para propiciar un diálogo entre el Gobierno, todas las fuerzas políticas y actores sociales con el fin de lograr un acuerdo que contribuya al entendimiento y la paz social y más adelante agregaba,  “ Expresar nuestra preocupación ante cualquier amenaza a la independencia y soberanía de la República Bolivariana de Venezuela”.

En una especie de pacto entre buitres, la organización cuyos principales promotores fueron Hugo Chávez, Lula da Silva y Néstor Kirchner, ignoró la represión gubernamental personificada en la Guardia Nacional y los paramilitares, lo que condujo a la diputada María Corina Machado a expresar “Unasur pretende proteger al régimen y no a los venezolanos”.

Cierto que algunos mandatarios de UNASUR han hecho declaraciones, por cierto ambiguas, como para marcar alguna distancia de lo expresado por la organización, Michelle Bachelet, Chile, dijo respecto a la violación de los derechos humanos en Venezuela que solo tenía la información de los medios de comunicación y que no prejuzgaba con la información de la prensa, anteriormente había declarado que jamás apoyaría un movimiento que de manera violenta buscara derrocar un gobierno constitucional, dando por sentado que la oposición venezolana es la que recurre a la violencia.

Por su parte el canciller de Uruguay, Luis Almagro, expresó que cuando se tiene la estrategia política de derrocar un gobierno por medio de las protestas es muy difícil aceptar un dialogo porque conlleva un cambio de estrategia.

Pero UNASUR como entidad, palidece ante la Organización de Estados Americanos.

La mayoría de sus miembros, clientes de Venezuela, acordó  guardar un inexplicable silencio ante la violencia desatada en ese país y cuando se produjo una votación sobre la crisis le fue favorable al gobierno de Maduro  porque aprobó una resolución de solidaridad con Venezuela en la que se llamaba al dialogo y rechazaba cualquier tipo de intervención, como si esa fuese la intención de la oposición venezolana.

La actitud de la OEA es contraria a la que asumió durante la crisis de Honduras, 2009, cuando derrocaron a Manuel Zelaya aliado de los compinches  de Hugo Chávez, hoy Nicolás Maduro, ese país fue aislado del hemisferio y sus relaciones con en el resto del mundo fueron afectadas.

Pero esperar otra decisión de la OEA mientras José Miguel Insulza sea su secretario general es un grave error, porque sus decisiones siempre han favorecido las autocracias nacidas en la rivera del Socialismo del Siglo XXI. Recientemente declaró que la crisis política y social que vive Venezuela no afecta la democracia en el continente, lo que no justifica invocar la Carta Democrática Interamericana.

Insulza insiste en la legitimidad del mandato de Maduro y ha ignorado más de un mes de protestas en todo el país, la muerte de muchas personas, entre ellas estudiantes, los heridos, los presos, los torturados y la violación a los derechos humanos, por eso siempre se dirá que el peor ciego es el que no quiere ver.



Pedro Corzo

Periodista

 
Latinoamérica y el problema cubano PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Miércoles, 12 de Marzo de 2014 21:18

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Si hoy en día existe una izquierda fuerte en América Latina (de manera que incluso la hemos tenido que dividir en dos tendencias diferentes para el análisis) se debe sin dudas a la existencia de la Cuba de Fidel Castro, que financió a ambas izquierdas.

 

Latinoamérica y el problema cubano

Jorge Hernández Fonseca

12 Marzo de 2014

Una secuencia de acciones respecto a Cuba --directas e indirectas-- han puesto de manifiesto una relación de Latinoamérica con el “problema cubano”, que hasta el presente no se le había prestado la debida atención, ni figuraba entre los elementos de peso a tener en cuenta cuando del futuro de la isla se trataba. Venezuela por un lado --que es el país que actualmente mantiene la dictadura cubana en pie-- y Brasil por otro, son los dos polos que hoy por hoy en Latinoamérica “pesan” (y mucho) para el futuro de la malograda “revolución comunista cubana”.

¿Por qué Latinoamérica prácticamente en pleno fue a Cuba para darle el espaldarazo aprobatorio a los movimientos hacia la transición rauliana? Hace muy poco tiempo podían identificarse dos tendencias netamente separables en la izquierda latinoamericana: la izquierda carnívora, encabezada por los hermanos Castro en Cuba y financiada holgadamente por Hugo Chávez en Venezuela, a los que le seguían muy de cerca Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Daniel Ortega en Nicaragua; y la izquierda democrática, encabezada por Lula da Silva en Brasil, Néstor (y Cristina) Kirchner en Argentina, Mauricio Funes en El Salvador y Ollanta Humala en Perú, trazando una clara línea divisoria entre ambas izquierdas regionales.

La anterior clasificación de la izquierda --que sumada, es mayoritaria dentro de nuestro Sub Continente-- no elimina la importancia de los gobiernos de derecha y de centro que dominan importantes países del área, encabezados por Enrique Peña Nieto en México, Juan Manuel Santos en Colombia, Sebastián Piñera en Chile (que desde ayer pasó el mando a Michelle Bachellet, que va a engrosar la izquierda democrática de nuevo), Laura Chinchilla en Costa Rica y Ricardo Martinelli en Panamá, entre otros de menor influencia política en Latinoamérica.

Si hoy en día existe una izquierda fuerte en América Latina (de manera que incluso la hemos tenido que dividir en dos tendencias diferentes para el análisis) se debe sin dudas a la existencia de la Cuba de Fidel Castro, que financió a ambas izquierdas. Eso por un lado, y por otro, a la política de permisividad de Washington con la isla, que desde los años 60 del siglo pasado hizo muy poco para erradicar una ideología que es enemiga irreconciliable de los Estados Unidos y que ahora, a pesar del desastre cubano, continuamente “le pasa la cuenta”.

La introducción de la izquierda en América Latina como gobierno, puede analizarse en cuatro etapas nítidamente definidas: la primera etapa, inmediatamente posterior al triunfo de Fidel Castro en Cuba, estuvo caracterizada por la “exportación de la revolución armada”, en la que la “lucha guerrillera” tanto urbana como rural, jugó un papel primordial. En la isla eran entrenados hombres que posteriormente eran introducidos en prácticamente todos los países de nuestra sub región. Fidel Castro impuso la guerra de guerrillas a toda Latinoamérica cobrado una cuota de sangre, desasociego, dictaduras militares y un largo etcétera, de muy triste recordación.

La segunda etapa comenzó con la pretensión de elegir democráticamente un presidente de la izquierda castrista; la primera experiencia fue con Salvador Allende en Chile, que fue elegido pero finalmente fracasó. Tomadas las experiencias del fracaso chileno, Hugo Chávez fue aconsejado en la Habana para intentar semejante aventura. Fue el primer éxito castrista con su segunda fase, que incluía entonces “no acelerar” el proceso político y convocar una constituyente para imponer leyes, instituciones, y métodos, que permitieran, a medio plazo, la introducción del esquema castrista. Así, nacía con Chávez el “bolivarianismo” y el socialismo del siglo XXI. Esta segunda etapa, contó con éxitos resonantes en Bolivia, Ecuador y Nicaragua.

La tercera etapa comenzó con la elección exitosa del Partido de los Trabajadores en Brasil, PT, que llevó a la presidencia del Gigante Sudamericano a Lula da Silva, no comprometido del todo entonces con el castrismo, pero aceptando nombrar como segundo hombre de su gobierno a José Dirceu, hombre (como Nicolás Maduro) entrenado en la Habana y destinado a concentrar los méritos del gobierno de Lula, para entonces esperar su turno de elegirse, con similar plan de no apresurarse, de cambiar la constitución y así, a medio plazo, implantar el castrismo. Esta tercera etapa falló, Dirceu, más ambicioso de lo normal, fue descubierto en un esquema de compra de voluntades en el Congreso, fue apartado del gobierno y finalmente condenado a la cárcel, en el conocido proceso del “mesualón”, que sin embargo no perjudicó a Lula da Silva.

A partir de esta experiencia traumática con Dirceu, del éxito económico que Lula recogió en sus dos mandatos y de la trayectoria económica decreciente de Chávez en Venezuela, Lula da Silva formuló un plan diferente al castrista, para intentar llevar el socialismo a Latinoamérica. Lula en realidad nunca fue comunista y su experiencia socialista proviene de sus vivencias de líder sindical. Como su gobierno tuvo éxito practicando un esquema democrático en la política, y de mercado capitalista en la economía, Lula propone ahora una “implantación socialista” usando los mismos métodos democráticos con los que tanto él, como Chávez, Morales, Correa y Ortega accedieron al poder, pero sin mudar la constitución y abrazando el capitalismo de mercado en la economía, yéndose un paso adelante al castrismo y al socialismo del siglo XXI.

Esta es la cuarta etapa en la que Raúl Castro, a la muerte de su hermano mayor, intentará entrar con los girones de la Cuba deshecha en un proceso de transición, primero al capitalismo (de la familia Castro) y después “sólo Dios sabe”. Lula, que es ya un capitalista en sí mismo --dícese en Brasil que es dueño de una fortuna incalculable-- ha discutido con los hombres de Raúl un esquema “socialista” como el mencionado, donde la familia Castro quedaría como heredera del trono político y económico a la vez (sobre todo en la primera etapa) y donde se aspira a controlar desde el gobierno las riendas del poder institucional, de la manera como se pretende hacer también en Brasil con similar objetivo. Esa es la clave de la inversión brasileña en el puerto del Mariel y de las presiones brasileñas por el levantamiento del embargo de EUA.

Los argumentos de Lula son simples: si el socialismo marxista ensayado en Rusia y Cuba fracasó, hay que tomar las lecciones en la economía y en la política. Si realmente el socialismo democrático es “mejor” que el “capitalismo latinoamericano tradicional”, no habrá problemas para llegar al gobierno. Si desde el gobierno se gobierna (sin dictadura) para la mayoría desposeída (abundante en Latinoamérica) y no para unos pocos, no habrá como derrotar en las urnas a un gobierno de ese tipo. Siempre habrá (piensa Lula) muchos “capitalistas honestos” dispuestos a apoyar iniciativas como estas, con beneficio social y gobernando para la mayoría.

Lula se empeña actualmente por llevar sus ideas a una Cuba post Castro, donde la situación es bastante diferente al del resto de los países latinoamericanos. Allí el trauma no han sido los excesos del capitalismo, sino precisamente los “horrores” del socialismo. Como de inicio en la isla se parte de una férrea dictadura, se iniciaría un proceso lento y gradual del levantamiento del estado policiaco y represivo, contando con que, a medio plazo, “las aguas tomen su nivel”.

Lula trata además de convencer a Nicolás Maduro ahora para abrazar un esquema similar, abriendo más la economía y dando más accesos políticos y periodísticos, como única manera de preservar a medio plazo el poder en manos socialistas. La clave del entendimiento de Maduro está en el grado de convencimiento que Lula haya conseguido inculcar en la Habana y que desde allí le llegue la luz verde a Venezuela para iniciar el proceso de cambios hacia el nuevo esquema, más liberal. En Ecuador las cosas fluyen bastante en fase con los postulados lulistas, así como en Bolivia, siempre claro está, con sus particularidades. Lula ha explicado lo anterior a todos los gobiernos, socialistas y no socialistas del continente, incluyendo a los Estados Unidos, por eso la afluencia masiva a la Habana durante la celebración de la CELAC.

Como puede deducirse, todo será hecho (si se hace) a espaldas del sufrido pueblo cubano.

Artículos de este autor pueden ser encontrados en http://www.cubalibredigital.com

Última actualización el Viernes, 28 de Marzo de 2014 09:15
 
LOS CUBANOS FIDELISTAS SOMOS SERES ESPECIALES PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 18 de Marzo de 2014 13:47

Por Mario Herrera.-

La situación en Cuba es calamitosa y patética, propiciadas por dos viejos dictadores anacrónicos, aferrados al poder corrupto, represivo y asesino.
Pero los cubanos fidelistas somos seres especiales, diría que espectaculares. Si un tirano nos impone un racionamiento de cinco décadas, nos paga con papeles que simulan billetes, nos ofrece bicicletas por automóviles, se cansa del poder y nos deja a su hermano y éste amenaza con dejarnos a su hijo por jefe, vamos a la plaza y aplaudimos gritando patria o muerte, es cierto que somos listos.
Es un orgullo ser tan inteligente, no hace falta preocuparnos por la historia de nuestro país, menos aún por la del mundo, tenemos un periódico que lo dirige el mismo tirano, una radio similar, unas elecciones donde votamos por un único partido y un único presidente y nos creemos que votamos, es cierto, es que somos lo máximo.
Hemos sido creativos, hemos presenciado la destrucción día a día de nuestro país, se derrumban edificios y valores morales, el civismo ha desaparecido y tan apacibles, tan salseros, tan imaginativos como esa canción de moda en las calles: ¡Y tú llorando en Miami y yo gozando en La Habana!
Sí, porque somos los más listos, sin pan, sin carne de ese animal que ya no vemos ni en los libros y que nuestros abuelos llamaban res, nuestros hijos sin leche, sin queso, sin juguetes, pero eso sí gozando en nuestra Habana, porque somos gozadores y nos gusta el ron malo, allá los imbéciles que les gusta el whisky escocés etiqueta negra.
Ah, es que ser cubano es una locura, claro que eso que me cobren pasaporte, chequeo y seguro médico para viajar, no es pagar en realidad, es un impuesto para que en nuestra patria perdure estas libertades de las que gozo hoy en el Combinado del Este y en el resto de las más de doscientas prisiones de la isla y para salvar las conquistas de la revolución de la isla más hermosa que ojos humanos han visto, como dijo Cristóbal Colón hace más de quinientos años, claro. Soy lo mejor de lo mejor, un portento de inteligencia, un acere, soy un cubano fidelista y revolucionario.

 
Kiev, Caracas ¿y la Habana? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 23 de Febrero de 2014 20:55

http://www.topnews.in/files/raul-castro.jpg

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Las rebeliones de Ucrania y Venezuela contra sus semi-dictaduras y la pasividad de los cubanos del interior de la isla se contituye en un problema complejo, pero que los opositores cubanos del interior de la isla tienen el deber ineludible de abordar. ¿Por qué no se lanzan a la calle, como lo han hecho los ucranianos y los venezolanos? ¿Por qué permitieron pasivamente la celebración de la CELAC en la Habana (sólo criticando a los presidentes asistentes) y no hubo siquiera un grito aislado, individual y espontaneo de rigurosamente nadie del “amplio” espectro opositor?


Kiev, Caracas ¿y la Habana?

Jorge Hernández Fonseca

24 Febrero de 2014

Cuando escribo estas líneas acaba de caer el impopular gobierno ucraniano encabezado Yanukovich. Caracas emite señales inequívocas de bandera blanca ante el empuje de los estudiantes en la calles, y ha llamado a la oposición al diálogo. Mientas tanto, en toda la isla de Cuba reina la mayor tranquilidad --aquella tranquilidad que los cubanos sabemos viene de “tranca”-- factor que no estuvo exento en la represión tanto de Ucrania como de Venezuela.

A pesar de los argumentos justificativos de la oposición interna cubana --en sentido de que las condiciones dentro de la isla difieren mucho de las condiciones en Ucrania e incluso de Venezuela-- los contrastes entre la valentía ucraniana y venezolana ha dejado a la oposición interna de la isla en condiciones lamentables, con muchas más preguntas que respuestas.

Los cubanos exiliados hemos escrito raudales de artículos sobre este tema, en la mayoría de los cuales se hace énfasis en alertar a los venezolanos a no ceder en su empeño actual contra el gobierno de Maduro, con un argumento que parcialmente justifica la inacción dentro de la isla. Se apela a que “este es el momento en que la oposición venezolana no debe ceder, porque si Maduro vence esta batalla, ganará la guerra de imponer el silencio y el miedo en toda la sociedad venezolana, tal y como los hermanos Castro han conseguido imponer en Cuba”.

El argumento anterior es válido para Venezuela, pero, ¿y para Ucrania, con el recuerdo de varios siglos de dominación rusa y 70 años de régimen comunista? ¿Será que también es válido el anterior argumento? Se aduce con razón que tanto en Ucrania como en Venezuela existen medios de comunicación más o menos libres, que existe cierta libertad de reunión y que aún los gobiernos no se han impuesto “en la calle”, que todavía es de los manifestantes.

Se trata por todo lo anterior de un problema complejo, pero que los opositores cubanos del interior de la isla tienen el deber ineludible de abordar. ¿Por qué no se lanzan a la calle, como lo han hecho los ucranianos y los venezolanos? ¿Por qué permitieron pasivamente la celebración de la CELAC en la Habana (sólo criticando a los presidentes asistentes) y no hubo siquiera un grito aislado, individual y espontaneo de rigurosamente nadie del “amplio” espectro opositor?

El terror inyectado por la dictadura dentro de la sociedad cubana es real, pero quien decide organizarse militantemente en alguna de las muchas organizaciones políticas opositoras que existen dentro de la isla, tiene el deber de superar el miedo, o de lo contrario, que no diga que milita en alguna organización opositora. Los cubanos del exilio sí tenemos --no sólo el deber, como que tenemos también la obligación-- de analizar críticamente el comportamiento de la oposición interna, haciendo uso de la libertad que hemos conquistado en tierras extrañas.

Un factor básico a ser analizado es la copiosa infiltración que la oposición interna sufre desde las filas de los servicios de inteligencia castrista, que no cesan de publicitar que sus espías de Miami tenían como misión “penetrar las organizaciones de exiliados”. Sí en el exilio han actuado de esa manera pública y notoria, ¿qué dejamos para las organizaciones dentro de la isla?

Tradicionalmente el exilio trata de prestigiar a la oposición interna, en el supuesto que sus méritos superan a las organizaciones del exilio. Pero si ellas se organizan dentro de Cuba para ”oponerse” al régimen cubano, ¿por qué no actúan? Si aducen miedo a represión, ¿de qué vale su existencia? El peor de los escenarios para una oposición reprimida es la muerte, la desaparición física, sufrir heridas de balas que, sin llegar a la muerte dejan secuelas permanentes; eso existe en abundancia en Ucrania y en Venezuela, aunque sus condiciones sean diferentes; la muerte en Venezuela y Ucrania es la misma de la que habría en Cuba si se perdiera el miedo y se programaran acciones similares. Para eso, es mejor no “organizarse”.

Muchos cubanos dentro de Cuba han venido al exilio por el miedo y la represión dentro de la isla. Nada de innoble por causa de ese gesto, que debería ser seguido por aquellos cubanos que tienen miedo y por eso no se afilian a organizaciones políticas opositoras. Muy diferente a aquellos corajosos que tienen el valor de organizarse contra el régimen. Sin embargo, estos últimos sí que tienen el deber de asumir los riesgos que su decisión implica. Oposición es como la venezolana o la ucraniana, no como la cubana, penetrada por la policía política castrista.

El exilio por otra parte no está formado solamente por los que dentro de Cuba decidieron venir al extranjero para paliar su miedo a exponerse como opositores. Una gran mayoría del exilio militante de Miami está formado por patriotas cubanos que lucharon en sus calles y sus campos durante más de 15 largos años a cara descubierta contra la dictadura. También está conformado por aquellos que desde el exilio prepararon acciones militares contra el castrismo dentro y fuera de Cuba y por miles de patriotas (y sus familiares) que por valientes cumplieron 15, 20, 25 años de encierro cruel en las ergástulas de la tiranía que oprime a la Patria Cubana.

De manera qué el exilio puede --y debe-- señalar con el dedo a todo el que dentro de Cuba esté organizado en las instituciones opositoras y no salga a la lucha. Se percibe desde el exterior que la pasividad de nuestras organizaciones internas tiene dos orígenes: primero, como todas están penetradas por el castrismo, este induce el factor asociado al miedo a la represión como antídoto paralizante para a acción opositora, que no necesariamente tiene que ser violenta, insurgente o armada, bastaba haber gritado “Viva Cuba Libre” ante los presidentes de la región que visitaron la isla, tal como lo hizo un joven patriota durante la última visita del Papa.

El segundo factor de parálisis dentro e la oposición interna es el compás de espera con la “solución biológica”, aguardando la desaparición física de los hermanos Castro, en el supuesto que entonces la represión disminuiría y sería el momento de “estar organizados dentro de Cuba” para intentar así tener alguna influencia en ese momento político. Todas las organizaciones internas comprenden que es necesario acciones opositoras (repito, pacíficas) para desestabilizar al castrismo, pero obvian esa tarea para que “otra organización corra el riesgo” y así preservar “sus gentes” para el “futuro luminoso” que de esa forma nunca llegará.

Este último factor es además incentivado por los aparatos de inteligencia que tienen penetrados a los opositores internos, porque también es paralizante para la acción opositora dentro de Cuba. Con estos factores, tengo la certeza y la convicción de que el castrismo gana tiempo, con el cual trabaja a su favor planeando una sucesión “post Maduro”, que está llegando desde Brasil en estos días de las manos de Lula da Silva que visitará la Habana para garantizarle cierta sobrevida a la dictadura cubana, si hubiera un colapso total del régimen chavista.

Es lamentable tener que analizar aspectos negativos de la oposición política interna, pero ellos nacen del quehacer directo de la realidad cubana y el contexto internacional de hoy día. La inactividad e las organizaciones opositoras cubanas dentro de la isla explica adicionalmente el por qué muchos opositores individuales de prestigio no se afilian, o participan militantemente, de las organizaciones existentes, y dedican su esfuerzo y su talento a actividades periodísticas aisladas, informando al mundo sobre Cuba --lo que no es oposición estrictamente hablando-- aunque por ello no dejan de ser menos meritorios, ya que eluden así la penetración castrista.

Hoy, 24 de Febrero, en un aniversario más de la lucha que preparó Martí desde el exilio cubano en Estados Unidos, el panorama político de dentro y fuera de la isla es similar al analizado por José Martí entonces: una oposición interna controlada por el enemigo y un exilio dispuesto a la lucha. Para el futuro que se avecina, un esfuerzo de programa común opositor fuera de la isla, con una representación consensuada de dirigentes cubanos, resulta indispensable. Los esfuerzos internos para representar a la oposición política de consenso en discusiones con la dictadura, siempre tendrán la sospecha de ser una quinta columna del castrismo --sea quien sea la personalidad interna definida-- porque ciertamente su entorno estará penetrado.

Por todo lo anterior, creo que ha llegado el momento de que el exilio de un paso al frente.

Artículos de este autor pueden ser encontrados en http://www.cubalibredigital.com

 

Última actualización el Domingo, 09 de Marzo de 2014 10:25
 
Obama…quizás PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 15 de Marzo de 2014 20:16

Por Huber Matos Araluce.-

La Presidencia de los Estados Unidos es un trabajo difícil.  No hay título universitario o inteligencia que garantice el éxito. O se tiene experiencia o se aprende de crisis en crisis. Cuando Obama termine su segundo y último periodo en la Casa Blanca habrá tenido el suficiente fogueo para llegar a ser un excelente Presidente, pero entonces será muy tarde. 

Una muestra del aprendizaje del actual mandatario es la crisis en Ucrania donde  las tropas rusas han invadido a Crimea y amenazan el resto de Ucrania.  Obama llegó a la Casa Blanca creyendo que él podía tener una relación de alto nivel y de buena comunicación con Vladimir Putin.  Presunción que este ex coronel de la KGB soviética  parece haber interpretado como debilidad de carácter del Presidente.

Putin no se habría atrevido a ordenar esa operación si el Presidente hubiera sido un Teddy Roosevelt o un Ronald Reagan.  A ninguno de los dos lo habría intimidado la matonería del autócrata ruso a pesar de que los Estados Unidos eran entonces una nación con mucho menos poderío económico y militar que hoy.  Ambos sabían que el temor y la prudencia excesiva   provoca  el abuso y  la violencia de parte de los enemigos de la libertad. 

Con Ronald Reagan o Teddy Roosevelt en la Casa Blanca los octogenarios hermanos Castro no se habrían arriesgado a  tomar de rehén a un ingeniero estadounidense –Alan Gross– y condenarlo injustamente a 15 años prisión con el fin de chantajear a Washington. Tampoco habrían tolerado que oficiales de las fuerzas armadas y de los servicios de inteligencia cubanos ayudaran a los chavistas a dominar Venezuela aniquilando su democracia.  Venezuela es la cabeza de playa de la invasión antidemocrática en  toda Latinoamérica.

Obama no es cobarde, está aprendiendo su trabajo y el caso de Venezuela le ofrece una oportunidad de poner en práctica lo aprendido hasta el momento.  En primer lugar tiene que hacerle saber a los gobiernos latinoamericanos que los Estados Unidos tiene intereses en Latinoamérica  a los que no va a renunciar y que por principio y por conveniencia van a defender la democracia en Venezuela sin ambigüedades. 

Las recientes declaraciones del Secretario de Estados John Kerry parecerían apuntar en esa dirección.  Ha dicho que − los Estados Unidos estaría dispuesto a sancionar al gobierno venezolano - pero que prefieren evitarlo para no perjudicar la delicada situación económica en ese país.   El problema es que es un mensaje que puede ser interpretado como una decisión en cualquier dirección.  Mientras tanto el aparato de represión castrochavista no descansa un minuto en su propósito de desarticular brutalmente las protestas de los venezolanos.

El gobierno estadounidense no debe dejar en manos de los gobernantes de la región el freno a los atropellos de lo que queda de  democracia en Venezuela y debe hacérselos saber claramente.  La mayoría de los gobernantes latinoamericanos  participaron recientemente en Cuba en una reunión de la CELAC en la que demostraron que no tienen interés ni voluntad en defender la democracia de ningún país de la región.  La mayoría acaba de descartar la solicitud de discutir en el seno de la OEA la violación en Venezuela de la Carta Democrática Interamericana.


Obama  tiene dos opciones: Una, parecer que hace y en definitiva no hacer nada para salvar a la oposición democrática venezolana. Dos, poner en práctica sus experiencias y usar la influencia en el mundo y los recursos de su poderosa nación para asegurarse que esa democracia sobreviva en una nación donde demócratas y chavistas puedan contar con medios de información libre, donde tengan garantizados el respeto a sus derechos y estén libres de intromisión extranjera, específicamente la castrista.

Obama no ha podido lograr la paz en Afganistan, Iraq, Siria y Libia. No pudo salvar la democracia en Egipto, ni alcanzar un entendimiento entre palestinos y judíos.  El problema nuclear iraní parece escapársele de las manos y sus relaciones con Rusia empeoran con el tiempo.  Quizás Venezuela y Cuba, que son problemas mucho más sencillos, le permitan al presidente estadounidense ser recordado como el hombre que salvó la democracia en Venezuela,  devolvió al pueblo cubano su libertad y salvó al continente de un futuro incierto y peligroso.  Quizás.

 
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