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Humanitarismo en Cuba sí, colaboracionismo no PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Miércoles, 09 de Junio de 2021 12:48

El humanismo en José Martí | Embajadas y Consulados de Cuba

Por JUAN ANTONIO BLANCO.-

En medios políticos de EEUU y de la Unión Europea (UE) se elevan voces que llaman a adoptar medidas humanitarias de emergencia para ayudar al pueblo cubano en la actual crisis. Esa sensibilidad es sin duda loable. Ayudar al pueblo cubano es un sentimiento que comparto.

En Cuba todo está en falta, comenzando por las libertades básicas. Abundan la represión y las regulaciones, no los alimentos o los fármacos. Pero, como descubrió Amartya Sen, Premio Nobel de Economía, ambas cosas están indisolublemente conectadas.

Sin libertad de pensamiento, expresión, prensa y tribunales independientes, por ejemplo, no es posible criticar errores para que se tome conciencia sobre la necesidad de corregirlos. Tampoco es posible arreglar una economía manejada de manera tan autocrática como su sistema político.

En ese sistema económico hay actores sometidos a una precariedad legal, porque no existen propiedades de negocios privados, sino licencias para el trabajo por cuenta propia atadas a una lista de actividades autorizadas. Es un régimen económico que abre los brazos al capital extranjero, pero no les permite a los cubanos, radiquen o no en la Isla, tener negocios privados de cualquier magnitud, en cualquier sector. No hay libertad plena para que los cubanos puedan multiplicar sus emprendimientos, recibir inversiones, exportar e importar directamente, ni tampoco transformarse en grandes empresas. Los profesionales no pueden ejercer sus conocimientos en el sector privado. Los campesinos no son propietarios de sus tierras, tienen que vender el 80% de su producción al Estado y el resto a precios también establecidos por el Estado.

La erradicación de todas esas trabas a la prosperidad y bienestar general de la población depende exclusivamente de decisiones soberanas que el Estado cubano puede adoptar cuando desee. De hacerlo, le daría un vuelco radical y acelerado a la actual situación de penuria que sufre la población en áreas claves como su alimentación. De hecho, una vez levantadas todas esas barreras, el sector privado que naciera de esa reforma podría de inmediato recibir inversiones y comerciar con EEUU, porque el embargo solo sanciona las instituciones y empresas del Estado cubano. Esa nueva realidad, cuya materialización solo depende de la casta militar cubana, facilitaría la llegada en breve tiempo de miles de millones de dólares de inversores estadounidenses y cubanoamericanos.

Las buenas intenciones que pierdan de vista las causas internas de estas calamidades no darán solución al desastre actual. En el mejor de los casos, como dice el dicho popular, sería "pan para hoy y hambre para mañana". La línea que divide la intención humanista y solidaria con las víctimas, de la solidaridad con los victimarios causantes de la crisis, se torna borrosa si no se comprende que la actual situación no es producto de un desastre natural o de factores externos sino, y ante toda otra consideración, de políticas nacionales deliberadas.

Por desgracia, hay personas decentes que pueden ser manipuladas por los responsables de la actual tragedia. Para quienes irreflexivamente se han dejado arrastrar en el pasado por su sana voluntad de hacer el bien y terminaron estafados por el grupo de poder que controla la sociedad cubana, vale el refrán: "Si me engañas una vez, la culpa es tuya, si me engañas dos veces, la culpa es mía" ("Fool me once, shame on you, fool me twice, shame on me").

Lo único que puede protegernos de canallas inescrupulosos es la obligación moral de asegurarnos de que la solidaridad es en realidad con las víctimas del desastre. La ayuda internacional no debe contribuir en ningún caso a fortalecer el inmovilismo y la represión que practica la casta militar que ha causado esta crisis.

Ante todo pongamos fin a las manipulaciones psicológicas de la Inteligencia cubana, que aseguran, por ejemplo, que la actual crisis es resultado de las sanciones del presidente Trump. La cronología de los hechos y las estadísticas expuestas en el informe especial del Havana Consulting Group, "Cuba y Estados Unidos: la relación bilateral", demuestran que la marcha atrás comenzó antes de que se secara la tinta de las firmas al acuerdo para el restablecimiento de relaciones.

Las medidas restrictivas y asfixiantes a los emprendedores cubanos y los ataques sónicos a los diplomáticos de EEUU y Canadá tampoco comenzaron con Trump, sino después que Raúl Castro proclamó la victoria definitiva sobre el imperialismo yanqui en la Asamblea Nacional a raíz de firmarse el restablecimiento de relaciones.

Del Estado comunista al Estado mafioso

No se trata de que los gobernantes cubanos sean torpes o ingratos. Son lo que son: una elite militar de poder que opera como una mafia. Esa elite se ha apropiado de las instituciones claves del país y las ha puesto en función de su exclusivo beneficio; monopoliza el 80% de las empresas que generan divisas —entre ellas el turismo y las remesas— y sitúa ese capital en cuentas bancarias offshore a nombre de accionistas desconocidos.

Esa elite no opera, como en la Guerra Fría, sobre la base de una ideología comunista sino mafiosa, y se ha desentendido del bienestar general y las necesidades básicas de alimentación y salud de la población. La elite de poder manda y Díaz-Canel y el Buró Político del PCC obedecen. Es el 0,01% de los cubanos y controla los dólares con su monopolio GAESA, a la población con el Ministerio del Interior y las Fuerzas Armadas, y desarrolla su guerra de desinformación internacional a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y los servicios de inteligencia.

Esa mafia que hoy controla al país y al Estado ha establecido una fluida alianza internacional con estados mafiosos y grupos criminales y terroristas antioccidentales; tiene ingresos ilícitos por lavado de dinero, y por el tráfico con médicos y otros profesionales. El papel represivo que juegan sus asesores militares y de inteligencia en Venezuela, son el principal pilar del régimen de Maduro —no Rusia, ni China o Irán—. En años recientes se han capturado oficiales de inteligencia cubanos con bolsas de dinero en las violentas protestas callejeras ocurridas en Bolivia; han seguido, subrepticiamente al vicepresidente de Ecuador; y han espiado la principal base aérea para operaciones de contrainsurgencia de Colombia.

La culpa de esta crisis la tienen de manera completa e inequívoca los gobernantes cubanos que no aprovecharon la mano extendida del presidente Obama para cambiar de mentalidad y rumbo. Pero esa culpa la comparten con quienes de manera consciente vendieron en Washington la estafa de que siendo complacientes, sin ninguna exigencia a cambio, era factible enterrar la confrontación bilateral, facilitar reformas internas y contribuir a la seguridad y estabilidad democrática en la región. Promovieron irresponsablemente la idea de que era factible negociar con La Habana sin advertir que la elite de poder cubana y el Estado que ella controla habían ya sufrido, en su proceso de alianza con Venezuela, una profunda metamorfosis, de Estado comunista del siglo XX a Estado poscomunista mafioso del siglo XXI.

La supuesta agenda humanitaria

Entonces, ¿en qué consiste hoy la "agenda humanitaria" hacia Cuba de aquellos cuyas falsas premisas —algunos en contubernio con la Dirección de Inteligencia de Cuba— empujaron antes a Obama a un innecesario fracaso en la Isla y ahora quieren hacer lo mismo con la Administración Biden?

En esencia promueven tres demandas: reanudar el arreglo antes existente para enviar remesas a Cuba, quitar las restricciones al turismo hacia la Isla y "reunificar las familias cubanas". ¿Ayudarían esas medidas al pueblo cubano o a sus opresores?

Restablecer el arreglo de enviar remesas teniendo a una empresa militar de contraparte, le aportaría de inmediato a la elite de poder cubana no menos de 3.000 millones de dólares. Los militares enviarían esos dólares a cuentas offshore y les entregarían a nuestros familiares pesos cubanos —que no son aceptados en ningún país del mundo— a la arbitraria tasa de cambio que ellos fijen: hoy entregan 25 pesos cubanos por cada dólar remitido desde el exterior. La tasa de cambio paralela en Cuba cotiza hoy en 70 pesos cubanos por dólar.

El patético llamado humanitario para "cancelar" las sanciones de Trump a los militares desvirtúa la realidad y manipula las divisiones entre republicanos y demócratas, para obtener de ellas un beneficio muy alto en favor del imperio militar de GAESA.

La demanda de levantar toda restricción al turismo estadounidense —el cubanoamericano no ha sido nunca afectado salvo por las reducciones de vuelos— también procura llenar los hoteles de GAESA —hoy a menos del 14% de ocupación— mientras continúan acosando al sector privado de alojamientos y servicios, el cual puede prosperar mucho más si le levanta del cuello la bota militar.

¿Y la reunificación familiar? Curioso. ¿No es el Estado cubano el que todavía mantiene listas de miles de desterrados de por vida, de cubanos que nunca podrán entrar o tienen que pedir permiso para entrar al país donde nacieron, el que condena a ocho años de separación familiar a los médicos que escapan de sus "misiones", a los que les impiden tener a sus familiares junto a ellos mientras dura su contrato en el exterior? ¿Por qué les interesa la reunificación familiar en EEUU? Porque son sus futuras fuentes de remesas, en tanto han transformado al exilio en el brazo financiero de GAESA con el envío de remesas, pagos de telefonía, envíos de paquetes, pagos de cuentas eléctricas y de agua en Cuba y cobertura de toda la gama de necesidades que un cubano de a pie, en especial si está jubilado, no puede cubrir.

Esa no es una agenda humanitaria, sino colaboracionista con esa elite militar mafiosa. Reclamarle a la elite de poder cubana a cambio de esas regalías que liberen a un centenar y medio de presos políticos es una hipocresía adicional. Ellos deben ser liberados de forma incondicional, no como rehenes cambiados por una recompensa a sus secuestradores. A quienes saquen de una celda hoy para cosechar los frutos de esta supuesta "agenda humanitaria", los encarcelarán de nuevo mañana a partir de las mismas leyes vigentes. Es incluso cínico pensar en semejante "reclamo" cuando eso es lo que han venido haciendo durante seis décadas: soltar presos inocentes, alcanzar con esa acción buenos titulares de prensa y regresarlos luego a la cárcel. De hecho en Cuba están de rehenes esos presos, pero también 11 millones de cubanos sometidos al despotismo.

Agenda humanitaria informada

Existe una alternativa a la falsa agenda humanitaria que hoy se le quiere vender a la Administración Biden. Se trataría de poner en marcha una agenda basada en un humanitarismo informado —o sea, aquella que realmente conoce cuál es la realidad actual de la sociedad cubana, y a quién va realmente a beneficiar o perjudicar con sus buenas intenciones y acciones.

Una agenda humanitaria informada podría incluir las cinco medidas siguientes:

1- Ofrecer una inmediata ayuda multimillonaria en alimentos y medicinas a condición de que sea repartida por las iglesias, lleven la marca de USAID y no puedan ser comercializadas por ninguna entidad estatal o privada, en tanto la casta militar tiene como costumbre apropiarse de las donaciones y venderlas a la población, además de auto acreditarse haberlas gestionado.

2- Entrega de remesas en la misma moneda en que fueron enviadas (dólares) y a través de empresas no vinculadas a GAESA u otra institución militar. De aceptarse esa solución se podrían reanudar en 24 horas y llegar este año miles de millones de dólares de forma directa a la población. La Western Union nunca fue sancionada por la Administración Trump y la única exigencia que le hizo al Gobierno cubano fue la de reemplazar a GAESA por una institución no controlada directamente por los militares. De insistir La Habana en no aceptar este reclamo, debe autorizarse de inmediato en EEUU el uso de las más novedosas tecnologías digitales ya existentes para la trasferencia de remesas de forma directa. Esas tecnologías funcionan exitosamente en más de un centenar de países desarrollados y en vías de desarrollo.

3- Creación de facilidades consulares, sean presenciales en Guantánamo, como ha sido ya propuesto, o virtuales desde las oficinas pertinentes en Washington, para tramitar entrevistas y visas de cubanos, además de exigir de manera paralela el fin del destierro de otros cubanos que estando hoy en el exterior, muchos en EEUU, les bloquean o dificultan el acceso a su patria.

Lo primero no tiene que estar condicionado a lo segundo, pero es hora de que la llamada agenda de reunificación familiar deje de limitarse a presionar a EEUU por conceder más visas, mientras decenas de miles de cubanos son tratados como desterrados que no pueden visitar su país de forma normal en violación del Artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la que Cuba es signataria.

4- El turismo puede ampliarse tan pronto el sector estatal acepte competir en pie de igualdad legal y económica con el sector privado y cesen las prácticas y normas que lo acorralan y asfixian. Para ello es necesario que se produzca una genuina reforma del régimen económico, que puede comenzar por el turismo, la producción agropecuaria y los negocios vinculados a esos dos sectores.

Esa reforma —que en breve conjuraría el espectro de la hambruna— debe contemplar, para comenzar, el derecho de los cubanos, donde quiera que residan y aun si tienen doble ciudadanía, al registro de negocios y tierras como propiedades privadas, el fin del monopolio estatal de la producción agrícola (Acopio), el fin del monopolio estatal sobre el comercio exterior y sobre las inversiones, comenzando por las vinculadas al sector agrícola y de producción de fármacos, el derecho de los profesionales a trabajar en su especialidad dentro del sector privado, el derecho de los negocios privados a crecer más allá de micro, medianas y pequeñas empresas, así como otros más.

5- Promoción sostenida, significativa y proactiva de los derechos políticos, civiles, económicos, sociales y culturales de todos los cubanos. Aquellas libertades económicas, que eventualmente pudieran esporádicamente alcanzarse, no serán suficientes ni durarán mucho sin libertades civiles y políticas.

Las violaciones de derechos humanos en Cuba y la creciente pobreza emanan de manera continua del régimen de gobernanza vigente en la Isla. Por eso una agenda humanitaria informada debe incluir también la separación del poder judicial, el respeto a las libertades de expresión, asociación, prensa y otras sin las cuales no es posible corregir el rumbo del país ni proteger estos derechos básicos.

Una genuina agenda humanitaria informada para Cuba debe poner en el centro de sus acciones las libertades, derechos humanos y prosperidad de los ciudadanos, no devenir en regalías para sus opresores.

Es hora de apoyar al pueblo, no de comprar otra vez viejas falacias.

DIARIO DE CUBA

Última actualización el Jueves, 17 de Junio de 2021 09:57
 

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