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DISCURSO DE OBAMA EN LA HABANA PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Miércoles, 23 de Marzo de 2016 10:52

Texto completo del discurso de Obama en la Habana

 

 

 

Presidente Castro, pueblo de Cuba:
Muchas gracias por la cálida acogida que hemos recibido yo, mi familia y mi delegación. Es un honor extraordinario estar hoy aquí. Antes de empezar, permítanme por favor, quiero comentar sobre los ataques terroristas que tuvieron lugar en Bruselas.
Los pensamientos y las oraciones del pueblo de los Estados Unidos están con el pueblo de Bélgica. Somos solidarios con ellos, condenando estos indignantes ataques contra personas inocentes. Haremos todo lo que sea necesario para apoyar a nuestro amigo y aliado, Bélgica, para llevar ante la justicia a los responsables, y este es otro recordatorio más de que el mundo debe estar unido.
Debemos cerrar filas, al margen de nacionalidad, raza o creencias religiosas, en la lucha contra este flagelo del terrorismo. Podemos derrotar, y derrotaremos, a aquellos que amenazan nuestra seguridad y la de las personas en todo el mundo.
Al Gobierno y al pueblo de Cuba quiero agradecerles la amabilidad que han demostrado hacia mí, hacia Michelle, Malia, Sasha, mi suegra, Marian.
(en español) “Cultivo una rosa blanca” (aplausos) En su más célebre poema José Martí hizo esta oferta de amistad y paz tanto a amigos como enemigos. Hoy, como Presidente de los Estados Unidos de América yo le ofrezco al pueblo cubano (en español) el saludo de paz (Aplausos).
La Habana está a solo 90 millas de la Florida, pero para llegar aquí tuvimos que recorrer una larga distancia, por encima de barreras históricas, ideológicas, de dolor y separación. Las azules aguas bajo el Air Force One, fueron una vez surcadas por acorazados hacia esta isla para liberar a Cuba, pero también para ejercer control sobre ella.
Esas aguas también fueron surcadas por generaciones de revolucionarios cubanos hacia los Estados Unidos, donde recabaron apoyo para su causa. Y esa corta distancia ha sido cruzada por cientos de miles de exiliados cubanos, en aviones y balsas rústicas, quienes vinieron a Estados Unidos en busca de libertad y oportunidades, a veces dejando atrás todo lo que tenían y a todos sus seres queridos. Como tantos, en nuestros dos países.
Toda mi vida se ha desenvuelto en una era de aislamiento entre nosotros. La revolución cubana tuvo lugar en el mismo año en que mi padre emigró a Estados Unidos desde Kenya. Bahía de Cochinos tuvo lugar en el año en que yo nací. Al año siguiente el mundo entero quedó en suspenso observando a nuestros dos países mientras la Humanidad se acercaba más que nunca antes al horror de una guerra nuclear.
Con el paso de las décadas nuestros gobiernos se quedaron estancados en una confrontación aparentemente interminable, librando batallas a través de terceros. En un mundo que se rehizo a sí mismo una y otra vez, el conflicto entre los Estados Unidos y Cuba era una constante. Yo he venido aquí a enterrar los últimos remanentes de la Guerra Fría en las Américas (Aplausos) Yo he venido aquí a extender una mano de amistad al pueblo cubano (Aplausos).
Quiero ser claro: las diferencias entre nuestros gobiernos al cabo de tantos años son reales, y son importantes. Estoy seguro de que el presidente Castro diría lo mismo. Lo sé, porque he escuchado y abordado esas diferencias en profundidad. Pero antes de discutir esos problemas, también tenemos que reconocer cuantas cosas compartimos porque, en muchas formas, los Estados Unidos y Cuba son como dos hermanos que han estado distanciados por muchos años, aunque llevemos la misma sangre.
Ambos vivimos en un Nuevo Mundo colonizado por europeos. Cuba, como los Estados Unidos, fue en parte fundada por esclavos traídos de Africa. Como el de los Estados Unidos, el pueblo cubano puede trazar sus ancestros hasta esclavos y dueños de esclavos. Ambos acogimos a inmigrantes que vinieron de muy lejos para empezar una nueva vida en las Américas. A lo largo de los años nuestras culturas se han entremezclado. La labor del Dr. Carlos Finlay en Cuba allanó el camino para generaciones de médicos, entre ellos Walter Reed, que se basó en el trabajo del Dr. Finlay para ayudar a combatir la fiebre amarilla.
Tal como Martí escribió su obra más famosa en Nueva York, Ernest Hemingway hizo de Cuba su hogar y encontró inspiración en las aguas de estas costas. Compartimos el mismo pasatiempo nacional (en español): la pelota. Y hoy mismo, más tarde, nuestros jugadores van a competir en el mismo terreno habanero donde jugara Jackie Robinson antes de debutar en las Grandes Ligas (Aplausos). Y se dice que nuestro más grande boxeador, Mohamed Alí, rindió tributo una vez a un cubano con el que nunca pudo pelear, dicendo que lo más que podía alcanzar era un empate con ese gran cubano, Teófilo Stevenson.
Así que aun cuando nuestros gobiernos devinieron adversarios, nuestros pueblos compartían estas pasiones comunes, particularmente con la llegada a Estados Unidos de tantos cubanos. En Miami o La Habana usted puede encontrar lugares donde bailar cha-cha-cha o salsa; donde comer “ropa vieja”; la gente en nuestros dos países ha cantado con Celia Cruz, Gloria Estefan, y ahora escuchan el reggaetón de Pitbull.
Millones de los nuestros tienen una misma religión, una fe a la que yo he rendido tributo en la Ermita de la Caridad de Miami, la paz que los cubanos encuentran en La Cachita.
A pesar de nuestras diferencias, cubanos y estadounidenses comparten valores comunes en sus vidas: un sentido de patriotismo y de orgullo, un gran orgullo; un profundo amor a la familia; pasión por nuestros hijos; un compromiso con su educación. Y es por eso que creo que nuestros nietos mirarán este período de aislamiento como una aberración, y apenas un capítulo en una historia más larga de familiaridad y amistad.
Pero no podemos ni debemos ignorar las diferencias reales que tenemos, acerca de cómo organizamos nuestros gobiernos, nuestras economías y nuestras sociedades. Cuba tiene un sistema de partido único; Estados Unidos es una democracia multipartidista. Cuba tienen un modelo económico socialista; Estados Unidos uno de mercado abierto. Cuba ha enfatizado el papel y los derechos del Estado; los Estados Unidos fueron fundados en los derechos de la persona individual.
A pesar de estas diferencias, el 17 de diciembre del 2014 el presidente Castro y yo anunciamos que los Estados Unidos y Cuba comenzarían un proceso de normalización de las relaciones entre nuestros países (Aplausos).
Desde entonces, hemos establecido relaciones diplomáticas y abierto embajadas. Hemos puesto en marcha iniciativas para cooperar en la salud y la agricultura, la educación y la aplicación de la ley. Hemos llegado a acuerdos para restaurar los vuelos y el servicio de correso directos. Hemos ampliado los lazos comerciales, e incrementado la capacidad de los estadounidenses para viajar a Cuba y hacer negocios aquí.
Y estos cambios han sido bien recibidos, a pesar de que todavía hay quienes se oponen estas políticas. Pero aún así, muchas personas en ambos lados de este debate se han preguntado: “¿Por qué ahora?" "¿Por qué ahora?”.
La respuesta es simple: Lo que Estados Unidos estaba haciendo no estaba funcionando. Tenemos que tener el valor de reconocer esa verdad. Una política de aislamiento diseñada para la Guerra Fría tenía poco sentido en el siglo XXI. El embargo sólo estaba perjudicando al pueblo cubano en lugar de ayudarlo. Y yo siempre he creído en lo que Martin Luther King, Jr. llamó "la feroz urgencia del ahora": no debemos temer al cambio, debemos abrazarlo. (Aplausos.)
Esto me conduce a una razón mayor y más importante de estos cambios (en español): Creo en el pueblo cubano. Creo en el pueblo cubano. (Aplausos.) Esto no es sólo una política de normalización de las relaciones con el gobierno cubano. Los Estados Unidos de América están normalizando sus relaciones con el pueblo cubano. (Aplausos.)
Y hoy, quiero compartir con ustedes mi visión de lo que puede ser nuestro futuro. Quiero que el pueblo cubano -especialmente los jóvenes-- entiendan por qué creo que ustedes deben ver el futuro con esperanza; y no es la falsa promesa que insiste en que las cosas son mejores de lo que realmente son, o el optimismo ciego que dice que todos sus problemas podrán desaparecer mañana. Es una esperanza que tiene sus raíces en el futuro que ustedes pueden elegir, y pueden conformar, y pueden construir para su país.
Yo tengo esa esperanza porque creo que el pueblo cubano es tan innovador como cualquier otro pueblo del mundo.
En una economía global, impulsada por las ideas y la información, el mayor recurso de un país es su gente. En los Estados Unidos, tenemos un claro monumento a lo que el pueblo cubano es capaz de construir: se llama Miami. Aquí en La Habana, vemos ese mismo talento en los cuentapropistas, las cooperativas, los autos antiguos que todavía ruedan (en español). El cubano Inventa del aire. (Aplausos).
Cuba cuenta con un extraordinario recurso: un sistema de educación que valora a cada niño y cada niña. (Aplausos.) Y en los últimos años, el gobierno cubano ha comenzado a abrirse al mundo, y a abrir aún más espacio para que el talento florezca. En pocos años, hemos visto como los cuentapropistas pueden salir adelante, mientras conservan un espíritu netamente cubano. Ser trabajador por cuenta propia no significa ser más como los Estados Unidos, significa ser uno mismo.
Miren a Sandra Lídice Aldama, que decidió comenzar un pequeño negocio. Los cubanos, dice, podemos "innovar y adaptar sin perder nuestra identidad ... nuestro secreto está en no copiar o imitar sino, simplemente, en ser nosotros mismos".
Es ahí donde comienza la esperanza: con la posibilidad de ganarse la vida y construir algo de lo que uno pueda estar orgulloso. Es por eso que nuestras políticas se centran en el apoyo a los cubanos, y no en hacerles daño. Es por eso que nos deshicimos de los límites en las remesas: para que los cubanos tengan más recursos. Es por eso que estamos alentando los viajes, que construirán puentes entre nuestros pueblos, y traerán más ingresos a las pequeñas empresas cubanas. Es por eso que hemos ampliado el espacio para el comercio y los intercambios, de modo que los estadounidenses y los cubanos puedan trabajar juntos para encontrar curas a las enfermedades, y crear puestos de trabajo, y abrir las puertas a más oportunidades para el pueblo cubano.
Como Presidente de los Estados Unidos, he exhortado a nuestro Congreso a levantar el embargo. (Aplausos). Es una carga obsoleta sobre el pueblo cubano. Es una carga para los estadounidenses que quieren trabajar y hacer negocios o invertir aquí en Cuba. Es hora de levantar el embargo. Pero incluso si se levantara el embargo mañana, los cubanos no se darían cuenta de su potencial sin una continuidad de los cambios aquí en Cuba (Aplausos).
Debiera ser más fácil abrir un negocio aquí en Cuba. Un trabajador debiera poder conseguir un trabajo directamente con las empresas que invierten aquí en Cuba. Dos monedas no deben separar el tipo de salarios que los cubanos pueden ganar. Internet debe estar disponible en toda la isla, para que los cubanos puedan conectarse con el resto del mundo (Aplausos) y con uno de los grandes motores del crecimiento en la historia humana.Estados Unidos no limita la capacidad de Cuba para tomar estas medidas. Depende de ustedes. Y puedo decirles como amigo que en el siglo XXI la prosperidad sostenible depende de la educación, la salud, y la protección del medio ambiente. Pero también depende del intercambio libre y abierto de ideas. Si uno no puede acceder a la información en línea, si no puede estar expuesto a diferentes puntos de vista, no alcanzará su máximo potencial. Y con el tiempo, la juventud va a perder la esperanza.
Sé que estos son temas sensibles, sobre todo viniendo de un presidente estadounidense. Antes de 1959, algunos americanos veían a Cuba como algo que explotar, ignoraban la pobreza, facilitaban la corrupción. Y desde 1959, hemos estado boxeando con nuestras sombras en esta batalla de la geopolítica y las personalidades. Conozco la historia, pero me niego a ser atrapado por ella. (Aplausos.)
He dejado claro que Estados Unidos no tiene ni la capacidad, ni la intención de imponer un cambio en Cuba. Cualquier cambio que venga dependerá del pueblo cubano. No les vamos a imponer nuestro sistema político o económico. Reconocemos que cada país, cada pueblo, debe trazar su propia ruta y dar forma a su propio modelo. Pero después de haber eliminado de nuestra relación la sombra de la historia, debo hablar con honradez acerca de las cosas en que yo creo: las cosas en las que nosotros, como estadounidenses, creemos. Como dijo Martí, "La libertad es el derecho de todo hombre a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía".
Así que, déjenme decirles en qué creo. No puedo obligarles a estar de acuerdo conmigo, pero ustedes deben saber lo que pienso. Creo que cada persona debe ser igual ante la ley. (Aplausos.) Todos los niños merecen la dignidad que viene con la educación y la atención a la salud, y comida en la mesa y un techo sobre sus cabezas. (Aplausos.) Creo que los ciudadanos deben tener la libertad de decir lo que piensan sin miedo (Aplausos) de organizarse y criticar a su gobierno, y de protestar pacíficamente; y que el Estado de Derecho no debe incluir detenciones arbitrarias de las personas que ejercen esos derechos. (Aplausos). Creo que cada persona debe tener la libertad de practicar su religión en paz y públicamente (Aplausos). Y, sí, creo que los electores deben poder elegir a sus gobiernos en elecciones libres y democráticas. (Aplausos).
No todo el mundo está de acuerdo conmigo en esto. No todo el mundo está de acuerdo con el pueblo estadounidense acerca de esto. Pero yo creo que los derechos humanos son universales. (Aplausos). Creo que son los derechos del pueblo estadounidense, del pueblo de Cuba, y de las personas en todo el mundo.
Ahora bien, no es ningún secreto que nuestros gobiernos están en desacuerdo sobre muchos de estos asuntos. He sostenido conversaciones francas con el presidente Castro. Durante muchos años, él ha señalado las fallas en el sistema americano: la desigualdad económica; la pena de muerte; la discriminación racial; guerras en el extranjero. Eso es sólo una muestra. Él tiene una lista mucho más larga. (Risas). Pero esto es lo que el pueblo cubano necesita comprender: yo estoy abierto a ese debate público y al diálogo. Es bueno. Es saludable. No le temo.
Tenemos demasiado dinero en la política estadounidense. Sin embargo, en Estados Unidos, todavía es posible para alguien como yo -un niño que fue criado por una madre soltera, un niño mestizo que no tiene mucho dinero- aspirar al más alto cargo de la tierra y ganarlo. Eso es lo que es posible en los Estados Unidos. (Aplausos).
Tenemos desafíos de discriminación racial -en nuestras comunidades, en nuestro sistema de justicia criminal, en nuestra sociedad- un legado de la esclavitud y la segregación. Pero el hecho de que tengamos debates abiertos dentro de la propia democracia estadounidense es lo que nos permite mejorar.
En 1959, el año en que mi padre se trasladó a Estados Unidos, en muchos estados americanos era ilegal que se casara con mi madre, que era blanca. Cuando empecé la escuela, todavía estábamos luchando por eliminar la segregación en las escuelas de todo el sur de los Estados Unidos. Pero las personas se organizaron; protestaron; debatieron estos temas; desafiaron a los funcionarios del gobierno. Y debido a esas protestas, y debido a esos debates, y debido a la movilización popular, es que yo puedo estar aquí hoy, un afroamericano, presidente de los Estados Unidos. El que pudiéramos lograr un cambio se debió a las libertades que disfrutamos en los Estados Unidos.
No estoy diciendo que sea fácil. Todavía hay enormes problemas en nuestra sociedad. Pero la manera que tenemos para resolverlos es la democracia. Así es como obtuvimos atención de salud para más estadounidenses. Así es como hemos hecho grandes avances en los derechos de la mujer y los derechos de los homosexuales. Así es como atendemos la desigualdad que concentra tanta riqueza en los estratos superiores de nuestra sociedad. Gracias a que los trabajadores pueden organizarse y la gente común tener una voz, la democracia estadounidense ha dado a nuestra gente la oportunidad de realizar sus sueños y disfrutar de un alto nivel de vida. (Aplausos).
Ahora bien, todavía nos quedan algunas peleas difíciles. No siempre es bonito el proceso de la democracia. A menudo es frustrante. Lo pueden ver en las elecciones que tenemos allá. Pero deténganse un momento y consideren este hecho: en la campaña electoral estadounidense que está teniendo lugar en este momento hay dos cubanoamericanos del Partido Republicano, compitiendo contra el legado de un hombre negro que es Presidente, mientras aducen ser la mejor persona para vencer al candidato demócrata que, o bien va a ser una mujer, o un socialdemócrata.(Risas y aplausos.) ¿Quién lo hubiera creído en 1959? Esa es una medida de nuestro progreso como democracia. (Aplausos).
Así que aquí está mi mensaje para el gobierno de Cuba y el pueblo cubano: los ideales que son el punto de partida de toda revolución - la revolución americana, la revolución cubana, los movimientos de liberación en todo el mundo - esos ideales encuentran su expresión más auténtica, creo yo, en una democracia. No porque la democracia estadounidense sea perfecta, sino precisamente porque no lo somos. Y nosotros -como todos los países- necesitamos para cambiar el espacio que la democracia nos da. Ella da a los individuos la capacidad de ser catalizadores para pensar en nuevas formas, y reimaginar cómo debe ser nuestra sociedad, y hacerse mejores.
Ya está teniendo lugar una evolución dentro de Cuba, un cambio generacional. Muchos sugerían que viniera aquí y le pidiera al pueblo de Cuba que echara abajo algo, pero estoy apelando a los jóvenes cubanos, que son los que van a levantar algo, a construir algo nuevo. (Aplausos). (en español) El futuro de Cuba tiene que estar en las manos del pueblo cubano. (Aplausos).
Y al presidente Castro –a quien le agradezco estar aquí hoy- quiero que sepa, creo que mi visita aquí demuestra, que no tiene por qué temer una amenaza de los Estados Unidos. Y teniendo en cuenta su compromiso con la soberanía y la autodeterminación de Cuba, también estoy seguro de que no tiene por qué temer a las voces diferentes del pueblo cubano, y su capacidad de expresarse, reunirse, y votar por sus líderes. De hecho, tengo una esperanza para el futuro porque confío en que el pueblo cubano tomará las decisiones correctas.
Y como ustedes, también estoy seguro de que Cuba puede seguir desempeñando un papel importante en el hemisferio y en todo el mundo, y mi esperanza, es que pueda hacerlo como socio de los Estados Unidos.
Hemos desempeñado roles muy diferentes en el mundo. Pero nadie debería negar el servicio que miles de médicos cubanos han prestado a los pobres y los que sufren. (Aplausos). El año pasado, trabajadores de la salud estadounidenses -y militares de EE.UU.-- trabajaron codo a codo con los cubanos para salvar vidas y acabar con el Ébola en África Occidental. Creo que deberíamos continuar teniendo esa clase de cooperación en otros países.
Hemos estado en el lado opuesto de muchos conflictos en el continente americano. Pero hoy en día, los estadounidenses y los cubanos están sentados juntos en la mesa de negociación, y estamos ayudando a los colombianos a resolver una guerra civil que se ha prolongado durante décadas. (Aplausos). Ese tipo de cooperación es bueno para todos. Brinda esperanza a todos en este hemisferio.
Tomamos diferentes caminos en nuestro apoyo al pueblo de Sudáfrica para la abolición del apartheid. Pero el presidente Castro y yo pudimos estar al mismo tiempo en Johannesburgo para rendir homenaje al legado del gran Nelson Mandela. (Aplausos).
Y al examinar su vida y sus palabras, estoy seguro de que ambos nos damos cuenta de que tenemos más trabajo por hacer para promover la igualdad en nuestros propios países: para reducir la discriminación de las razas en nuestros propios países. Y en Cuba, queremos que nuestro compromiso ayude a levantarse a los cubanos de ascendencia africana, (Aplausos) que han demostrado que no hay nada que no puedan lograr cuando se les da la oportunidad.
Hemos sido parte de diferentes bloques de naciones en el hemisferio, y vamos a seguir teniendo profundas diferencias sobre las maneras de promover la paz, la seguridad, las oportunidades y los derechos humanos. Pero a medida que se normalicen nuestras relaciones, creo que podremos ayudar a fomentar un mayor sentido de unidad en las Américas (en español) Todos somos americanos. (Aplausos).
Desde el inicio de mi mandato, he instado a la gente en las Américas a dejar atrás las batallas ideológicas del pasado. Estamos en una nueva era. Sé que muchos de los problemas de los que he hablado carecen del drama del pasado. Y sé que parte de la identidad de Cuba es su orgullo de ser una pequeña nación insular capaz de defender sus derechos, y estremecer al mundo. Pero también sé que Cuba siempre se destacará por el talento, el trabajo duro, y el orgullo del pueblo cubano. Esa es su fuerza. (Aplausos). Cuba no tiene que ser definida por ser adversario de los Estados Unidos, más de lo que los Estados Unidos deben ser definidos por ser adversarios de Cuba. Tengo esa esperanza para el futuro debido a la reconciliación que está teniendo lugar en el pueblo cubano.
Sé que algunos cubanos en la isla pueden tener la sensación de que los que se fueron de alguna manera apoyaron el viejo orden en Cuba. Estoy seguro de que hay una narrativa que perdura aquí, y que sugiere que los exiliados cubanos pasaron por alto los problemas de la Cuba pre-revolucionaria, y rechazaron la lucha por construir un nuevo futuro. Pero hoy les puedo decir que muchos exiliados cubanos guardan recuerdos de una dolorosa -y, a veces violenta- separación. Ellos aman a Cuba. Una parte de ellos todavía considera que este es su verdadero hogar. Es por eso que su pasión es tan fuerte. Es por eso que su dolor es tan grande. Y para la comunidad cubanoamericana que he llegado a conocer y respetar, no se trata sólo de política. Se trata de la familia: el recuerdo de una casa que se perdió; el deseo de reconstruir un vínculo roto; la esperanza de un futuro mejor; la esperanza del retorno y la reconciliación.
A pesar de las políticas, las personas son personas, y los cubanos son cubanos. Y he venido aquí -he viajado esta distancia-- sobre un puente que fue construido por cubanos a ambos lados del estrecho de la Florida. Primero llegué a conocer el talento y la pasión de los cubanos en Estados Unidos. Y sé cómo han sufrido algo más que el dolor del exilio: también saben lo que es ser un extraño, y pasar trabajos, y trabajar más duro para asegurarse de que sus hijos puedan llegar más lejos en América.
Así que la reconciliación de los cubanos - los hijos y nietos de la revolución, y los hijos y nietos del exilio- es fundamental para el futuro de Cuba. (Aplausos).
Uno lo ve en Gloria González, que viajó aquí en 2013, por primera vez después de 61 años de separación, y fue recibida por su hermana, Llorca. "Tú me reconociste, pero yo no te reconocí a ti", dijo Gloria espués de abrazar a su hermana. Imagínese eso, después de 61 años.
Se ve en Melinda López, que llegó a la antigua casa de su familia. Y mientras caminaba por las calles, una anciana la reconoció como hija de su madre, y se puso a llorar. La llevó a su casa y le mostró un montón de fotos que incluían algunas de Melinda cuando era una bebé, que su madre le había enviado hacía 50 años. Melinda diría más tarde: "Muchos de nosotros estamos recuperando tanto ahora".
Se ve en Cristian Miguel Soler, un joven que fue el primero de su familia en viajar aquí después de 50 años. Y al encontrarse con sus familiares, por primera vez, dijo, "Me di cuenta de que la familia es la familia, sin importar la distancia entre nosotros".
A veces los cambios más importantes comienzan en lugares pequeños. Las mareas de la historia pueden dejar a las personas atrapadas en situaciones de conflicto, y exilio, y pobreza. Se necesita tiempo para que esas circunstancias cambien. Pero en el reconocimiento de una humanidad común, en la reconciliación de personas unidas por lazos de sangre y en el creer el uno en el otro, es donde comienza el progreso. En el entendimiento, y el saber escuchar, y el perdón. Y si el pueblo cubano enfrenta el futuro unido, será más probable que los jóvenes de hoy puedan vivir con dignidad y alcanzar sus sueños aquí en Cuba.
La historia de los Estados Unidos y Cuba abarca revolución y conflicto; lucha y sacrificio; retribución y, ahora, reconciliación. Es ya hora de dejar atrás el pasado. Ha llegado el momento de que miremos juntos hacia el futuro (en español) un futuro de esperanza. Y no va a ser fácil, y habrá adversidades. Tomará tiempo. Pero mi tiempo aquí en Cuba renueva mi esperanza y mi confianza en lo que el pueblo cubano puede hacer. Podemos hacer este viaje como amigos, y como vecinos, y como familia: juntos. (en español) Sí se puede.
Muchas gracias. (Aplausos.)

 

 


"Creo que mi visita demuestra que usted no necesita temer una amenaza de Estados Unidos", dijo Obama dirigiéndose directamente a Raúl Castro, que fue a escucharlo al Gran Teatro de La Habana junto a la plana mayor del régimen. "Y dado su compromiso con la soberanía y la autodeterminación de Cuba, confío también en que no necesita temer a las voces diferentes dentro del pueblo cubano y a su capacidad de expresión, organización y de votar por sus líderes", añadió el mandatario estadounidense.

"Tengo esperanza en el futuro porque sé que el pueblo cubano va a tomar las decisiones correctas", dijo Obama en un discurso transmitido por la televisión oficial.

"Ya hay una evolución que está teniendo lugar en Cuba, un cambio generacional", señaló. "Muchos sugirieron que yo debía venir aquí y decirle al pueblo que destruyese algo, pero yo estoy apelando a los jóvenes de Cuba: levanten algo, construyan algo nuevo", urgió. "El futuro de Cuba tiene que estar en las manos del pueblo cubano", dijo en español.

'Le ofrezco al pueblo cubano el saludo de paz'

La intervención de Obama contrastó con los discursos atrincherados de los funcionarios del régimen que suelen escuchar los cubanos.

El presidente estadounidense intercaló frases en español para reforzar sus mensajes y recibió aplausos y silencios de la parte del auditorio ocupada por los elegidos por el Gobierno para llenar el teatro habanero.

"Cultivo una rosa blanca", dijo en español Obama para recordar que José Martí en uno de sus poemas más famosos hizo una "ofrenda de amistad y paz tanto a sus amigos como a sus enemigos".

"Hoy, como presidente de los Estados Unidos de América, yo le ofrezco al pueblo cubano el saludo de paz", afirmó Obama.

Resaltó la cercanía geográfica entre Estados Unidos y Cuba que, sin embargo, han atravesado décadas de confrontación.

"Vine aquí para enterrar los últimos vestigios de la Guerra Fría en las Américas. Vine aquí para extender una mano de amistad al pueblo cubano", declaró el presidente.

Advirtió que las diferencias entre los gobiernos son "reales e importantes".

"Pero debemos reconocer cuánto compartimos, porque en muchos sentidos Estados Unidos y Cuba son como dos hermanos que han estado separados durante muchos años", dijo.

Mencionó la pasión compartida por el béisbol, el boxeo y el caudal cultural que han llevado los cubanos emigrados a Estados Unidos. Citó a cantantes como la fallecida Celia Cruz y Gloria Estefan, prohibidas en los medios de la Isla, pero muy populares en Estados Unidos.

"A pesar de todas nuestras diferencias, los pueblos cubanos y estadounidenses tienen los mismos valores, el sentido del patriotismo, del orgullo —mucho orgullo—, el profundo amor por la familia (…) Por eso creo que nuestros nietos verán este período de aislamiento como un capítulo en una gran historia de amistad y de familia", dijo Obama.

A los jóvenes: 'Pueden elegir el futuro'

Obama defendió el cambio de política de su Administración que ha llevado al restablecimiento de relaciones con La Habana pese a las notables discrepancias entre ambos Gobiernos en materia de democracia o sistema económico, por ejemplo.

"Lo que estaba haciendo Estados Unidos no estaba funcionando. Debemos ser valientes y reconocer esa verdad (…) El embargo solo estaba hiriendo al pueblo cubano en lugar de ayudarlo", opinó Obama.

"Creo en el pueblo cubano", dijo el mandatario en español. "Esta no es solo una política de normalización de relaciones con el Gobierno cubano. Estados Unidos está normalizando relaciones con el pueblo cubano", destacó.

Obama se dirigió en varias partes de su discurso a los jóvenes y expresó confianza en el progreso que pueden conseguir para la Isla

"Quiero que el pueblo cubano, especialmente los jóvenes, entiendan por qué creo que deben mirar al futuro con esperanza (…) Una esperanza que está enraizada en el futuro que pueden elegir, que pueden moldear y construir para su país. Tengo esperanza porque creo que el pueblo cubano es tan innovador como cualquier otro del mundo", dijo.

"En Estados Unidos tenemos un claro monumento a lo que los cubanos pueden construir y se llama Miami", añadió Obama. Mencionó también el "talento" de los cuentapropistas de la Isla. "El cubano inventa del aire", remarcó en español.

Alabó el sistema educacional cubano como un "extraordinario recurso".

'Ustedes deciden'

El presidente estadounidense recordó que ha llamado en varias oportunidades al Congreso de su país a levantar el embargo.

"Pero incluso si levantamos el embargo mañana, los cubanos no explotarán su potencial sin un continuo cambio aquí en Cuba. Debería ser más fácil abrir un negocio en Cuba. Un trabajador debe poder conseguir un trabajo directamente con las compañías que invierten aquí. Dos monedas no deberían separar el tipo de salarios que los cubanos ganan. Internet debería estar disponible en toda la Isla para que los cubanos puedan conectarse con el mundo y a uno de los grandes motores de crecimiento de la historia humana", dijo, coincidiendo con algunas de las principales críticas que empresarios y analistas extranjeros hacen a La Habana en materia económica.

"No hay limitación de Estados Unidos a la habilidad de Cuba para dar estos pasos. Ustedes deciden", aseguró Obama. Una prosperidad sustancial en el siglo XXI "depende también del libre y abierto intercambio de ideas", señaló.

'No vamos a imponerles un sistema'

Obama reiteró en su discurso que Washington no tiene "la intención de imponer cambios en Cuba".

"Cuáles cambios vengan dependerán del pueblo cubano. Nosotros no vamos a imponerles un sistema económico o político", dijo.

No obstante, defendió los valores de la democracia y libertades como las de expresión, asociación y manifestación, religión y elección, negadas a los cubanos.

"Creo que los ciudadanos deben ser libres de expresar su opinión sin temor, de asociarse y criticar al Gobierno y de protestar pacíficamente, y que la aplicación de la ley no debe incluir detenciones arbitrarias de personas que ejercen esos derechos", dijo Obama poco antes de acudir a un encuentro con disidentes sistemáticamente reprimidos por el Gobierno.

"Creo que toda persona debe tener la libertad de practicar su religión pacífica y públicamente. Y sí, creo que los votantes deben poder elegir a sus gobernantes en elecciones democráticas", añadió.

Reconoció que el sistema estadounidense no está exento de problemas y mencionó la pena de muerte, las diferencias económicas, la discriminación racial y las guerras en otros países.

"Pero hay algo que el pueblo cubano debe entender: Doy la bienvenida a este debate y diálogo abiertos. Es bueno, es saludable, no tengo miedo de eso", dijo Obama.

Defendió la democracia como la vía para resolver los conflictos y deficiencias de la sociedad.

"Este es mi mensaje para el Gobierno y el pueblo cubanos: Los ideales que son el punto de partida de toda revolución (…) encuentran su verdadera expresión, yo creo, en la democracia. No porque la democracia estadounidense sea perfecta, precisamente porque no lo es. Y nosotros, como cualquier país, necesitamos el espacio que la democracia nos da para cambiar. Eso da a los individuos la capacidad de ser catalizadores para pensar en nuevas vías y reimaginar cómo debe ser nuestra sociedad y hacerla mejor", dijo.

'La reconciliación es fundamental para el futuro de Cuba'

Obama consideró que la reconciliación de los cubanos de la Isla y el exilio tendrá un papel primordial en el futuro de Cuba.

Se refirió al dolor de los exiliados, su amor, añoranza, preocupación por Cuba y a su deseo de reconstruir los lazos rotos con la Isla.

"La reconciliación de los cubanos, los hijos y nietos de la revolución y los hijos y nietos del exilio, es fundamental para el futuro de Cuba", afirmó.

Por otra parte, dijo tener "confianza en que podrá continuar jugando un importante rol en el hemisferio y en el mundo".

"Mi esperanza es que pueda hacerlo como socio de Estados Unidos", aseguró.

"Es momento de dejar el pasado atrás. Es momento de mirar hacia el futuro juntos, a un futuro de esperanza", afirmó Obama.

"No será fácil, habrá contratiempos, tomará tiempo", admitió. "Pero mi estancia en Cuba reaviva mi esperanza y mi confianza en lo que el pueblo cubano hará", dijo.

"Podemos hacer este camino como amigos, como vecinos, como familia, juntos. Sí se puede", concluyó en español.

DIARIO DE CUBA

A continuación el texto completo del discurso de Obama en la Habana

Presidente Castro, pueblo de Cuba:
Muchas gracias por la cálida acogida que hemos recibido yo, mi familia y mi delegación. Es un honor extraordinario estar hoy aquí. Antes de empezar, permítanme por favor, quiero comentar sobre los ataques terroristas que tuvieron lugar en Bruselas.
Los pensamientos y las oraciones del pueblo de los Estados Unidos están con el pueblo de Bélgica. Somos solidarios con ellos, condenando estos indignantes ataques contra personas inocentes. Haremos todo lo que sea necesario para apoyar a nuestro amigo y aliado, Bélgica, para llevar ante la justicia a los responsables, y este es otro recordatorio más de que el mundo debe estar unido.
Debemos cerrar filas, al margen de nacionalidad, raza o creencias religiosas, en la lucha contra este flagelo del terrorismo. Podemos derrotar, y derrotaremos, a aquellos que amenazan nuestra seguridad y la de las personas en todo el mundo.
Al Gobierno y al pueblo de Cuba quiero agradecerles la amabilidad que han demostrado hacia mí, hacia Michelle, Malia, Sasha, mi suegra, Marian.
(en español) “Cultivo una rosa blanca” (aplausos) En su más célebre poema José Martí hizo esta oferta de amistad y paz tanto a amigos como enemigos. Hoy, como Presidente de los Estados Unidos de América yo le ofrezco al pueblo cubano (en español) el saludo de paz (Aplausos).
La Habana está a solo 90 millas de la Florida, pero para llegar aquí tuvimos que recorrer una larga distancia, por encima de barreras históricas, ideológicas, de dolor y separación. Las azules aguas bajo el Air Force One, fueron una vez surcadas por acorazados hacia esta isla para liberar a Cuba, pero también para ejercer control sobre ella.
Esas aguas también fueron surcadas por generaciones de revolucionarios cubanos hacia los Estados Unidos, donde recabaron apoyo para su causa. Y esa corta distancia ha sido cruzada por cientos de miles de exiliados cubanos, en aviones y balsas rústicas, quienes vinieron a Estados Unidos en busca de libertad y oportunidades, a veces dejando atrás todo lo que tenían y a todos sus seres queridos. Como tantos, en nuestros dos países.
Toda mi vida se ha desenvuelto en una era de aislamiento entre nosotros. La revolución cubana tuvo lugar en el mismo año en que mi padre emigró a Estados Unidos desde Kenya. Bahía de Cochinos tuvo lugar en el año en que yo nací. Al año siguiente el mundo entero quedó en suspenso observando a nuestros dos países mientras la Humanidad se acercaba más que nunca antes al horror de una guerra nuclear.
Con el paso de las décadas nuestros gobiernos se quedaron estancados en una confrontación aparentemente interminable, librando batallas a través de terceros. En un mundo que se rehizo a sí mismo una y otra vez, el conflicto entre los Estados Unidos y Cuba era una constante. Yo he venido aquí a enterrar los últimos remanentes de la Guerra Fría en las Américas (Aplausos) Yo he venido aquí a extender una mano de amistad al pueblo cubano (Aplausos).
Quiero ser claro: las diferencias entre nuestros gobiernos al cabo de tantos años son reales, y son importantes. Estoy seguro de que el presidente Castro diría lo mismo. Lo sé, porque he escuchado y abordado esas diferencias en profundidad. Pero antes de discutir esos problemas, también tenemos que reconocer cuantas cosas compartimos porque, en muchas formas, los Estados Unidos y Cuba son como dos hermanos que han estado distanciados por muchos años, aunque llevemos la misma sangre.
Ambos vivimos en un Nuevo Mundo colonizado por europeos. Cuba, como los Estados Unidos, fue en parte fundada por esclavos traídos de Africa. Como el de los Estados Unidos, el pueblo cubano puede trazar sus ancestros hasta esclavos y dueños de esclavos. Ambos acogimos a inmigrantes que vinieron de muy lejos para empezar una nueva vida en las Américas. A lo largo de los años nuestras culturas se han entremezclado. La labor del Dr. Carlos Finlay en Cuba allanó el camino para generaciones de médicos, entre ellos Walter Reed, que se basó en el trabajo del Dr. Finlay para ayudar a combatir la fiebre amarilla.
Tal como Martí escribió su obra más famosa en Nueva York, Ernest Hemingway hizo de Cuba su hogar y encontró inspiración en las aguas de estas costas. Compartimos el mismo pasatiempo nacional (en español): la pelota. Y hoy mismo, más tarde, nuestros jugadores van a competir en el mismo terreno habanero donde jugara Jackie Robinson antes de debutar en las Grandes Ligas (Aplausos). Y se dice que nuestro más grande boxeador, Mohamed Alí, rindió tributo una vez a un cubano con el que nunca pudo pelear, dicendo que lo más que podía alcanzar era un empate con ese gran cubano, Teófilo Stevenson.
Así que aun cuando nuestros gobiernos devinieron adversarios, nuestros pueblos compartían estas pasiones comunes, particularmente con la llegada a Estados Unidos de tantos cubanos. En Miami o La Habana usted puede encontrar lugares donde bailar cha-cha-cha o salsa; donde comer “ropa vieja”; la gente en nuestros dos países ha cantado con Celia Cruz, Gloria Estefan, y ahora escuchan el reggaetón de Pitbull.
Millones de los nuestros tienen una misma religión, una fe a la que yo he rendido tributo en la Ermita de la Caridad de Miami, la paz que los cubanos encuentran en La Cachita.
A pesar de nuestras diferencias, cubanos y estadounidenses comparten valores comunes en sus vidas: un sentido de patriotismo y de orgullo, un gran orgullo; un profundo amor a la familia; pasión por nuestros hijos; un compromiso con su educación. Y es por eso que creo que nuestros nietos mirarán este período de aislamiento como una aberración, y apenas un capítulo en una historia más larga de familiaridad y amistad.
Pero no podemos ni debemos ignorar las diferencias reales que tenemos, acerca de cómo organizamos nuestros gobiernos, nuestras economías y nuestras sociedades. Cuba tiene un sistema de partido único; Estados Unidos es una democracia multipartidista. Cuba tienen un modelo económico socialista; Estados Unidos uno de mercado abierto. Cuba ha enfatizado el papel y los derechos del Estado; los Estados Unidos fueron fundados en los derechos de la persona individual.
A pesar de estas diferencias, el 17 de diciembre del 2014 el presidente Castro y yo anunciamos que los Estados Unidos y Cuba comenzarían un proceso de normalización de las relaciones entre nuestros países (Aplausos).
Desde entonces, hemos establecido relaciones diplomáticas y abierto embajadas. Hemos puesto en marcha iniciativas para cooperar en la salud y la agricultura, la educación y la aplicación de la ley. Hemos llegado a acuerdos para restaurar los vuelos y el servicio de correso directos. Hemos ampliado los lazos comerciales, e incrementado la capacidad de los estadounidenses para viajar a Cuba y hacer negocios aquí.
Y estos cambios han sido bien recibidos, a pesar de que todavía hay quienes se oponen estas políticas. Pero aún así, muchas personas en ambos lados de este debate se han preguntado: “¿Por qué ahora?" "¿Por qué ahora?”.
La respuesta es simple: Lo que Estados Unidos estaba haciendo no estaba funcionando. Tenemos que tener el valor de reconocer esa verdad. Una política de aislamiento diseñada para la Guerra Fría tenía poco sentido en el siglo XXI. El embargo sólo estaba perjudicando al pueblo cubano en lugar de ayudarlo. Y yo siempre he creído en lo que Martin Luther King, Jr. llamó "la feroz urgencia del ahora": no debemos temer al cambio, debemos abrazarlo. (Aplausos.)
Esto me conduce a una razón mayor y más importante de estos cambios (en español): Creo en el pueblo cubano. Creo en el pueblo cubano. (Aplausos.) Esto no es sólo una política de normalización de las relaciones con el gobierno cubano. Los Estados Unidos de América están normalizando sus relaciones con el pueblo cubano. (Aplausos.)
Y hoy, quiero compartir con ustedes mi visión de lo que puede ser nuestro futuro. Quiero que el pueblo cubano -especialmente los jóvenes-- entiendan por qué creo que ustedes deben ver el futuro con esperanza; y no es la falsa promesa que insiste en que las cosas son mejores de lo que realmente son, o el optimismo ciego que dice que todos sus problemas podrán desaparecer mañana. Es una esperanza que tiene sus raíces en el futuro que ustedes pueden elegir, y pueden conformar, y pueden construir para su país.
Yo tengo esa esperanza porque creo que el pueblo cubano es tan innovador como cualquier otro pueblo del mundo.
En una economía global, impulsada por las ideas y la información, el mayor recurso de un país es su gente. En los Estados Unidos, tenemos un claro monumento a lo que el pueblo cubano es capaz de construir: se llama Miami. Aquí en La Habana, vemos ese mismo talento en los cuentapropistas, las cooperativas, los autos antiguos que todavía ruedan (en español). El cubano Inventa del aire. (Aplausos).
Cuba cuenta con un extraordinario recurso: un sistema de educación que valora a cada niño y cada niña. (Aplausos.) Y en los últimos años, el gobierno cubano ha comenzado a abrirse al mundo, y a abrir aún más espacio para que el talento florezca. En pocos años, hemos visto como los cuentapropistas pueden salir adelante, mientras conservan un espíritu netamente cubano. Ser trabajador por cuenta propia no significa ser más como los Estados Unidos, significa ser uno mismo.
Miren a Sandra Lídice Aldama, que decidió comenzar un pequeño negocio. Los cubanos, dice, podemos "innovar y adaptar sin perder nuestra identidad ... nuestro secreto está en no copiar o imitar sino, simplemente, en ser nosotros mismos".
Es ahí donde comienza la esperanza: con la posibilidad de ganarse la vida y construir algo de lo que uno pueda estar orgulloso. Es por eso que nuestras políticas se centran en el apoyo a los cubanos, y no en hacerles daño. Es por eso que nos deshicimos de los límites en las remesas: para que los cubanos tengan más recursos. Es por eso que estamos alentando los viajes, que construirán puentes entre nuestros pueblos, y traerán más ingresos a las pequeñas empresas cubanas. Es por eso que hemos ampliado el espacio para el comercio y los intercambios, de modo que los estadounidenses y los cubanos puedan trabajar juntos para encontrar curas a las enfermedades, y crear puestos de trabajo, y abrir las puertas a más oportunidades para el pueblo cubano.
Como Presidente de los Estados Unidos, he exhortado a nuestro Congreso a levantar el embargo. (Aplausos). Es una carga obsoleta sobre el pueblo cubano. Es una carga para los estadounidenses que quieren trabajar y hacer negocios o invertir aquí en Cuba. Es hora de levantar el embargo. Pero incluso si se levantara el embargo mañana, los cubanos no se darían cuenta de su potencial sin una continuidad de los cambios aquí en Cuba (Aplausos).
Debiera ser más fácil abrir un negocio aquí en Cuba. Un trabajador debiera poder conseguir un trabajo directamente con las empresas que invierten aquí en Cuba. Dos monedas no deben separar el tipo de salarios que los cubanos pueden ganar. Internet debe estar disponible en toda la isla, para que los cubanos puedan conectarse con el resto del mundo (Aplausos) y con uno de los grandes motores del crecimiento en la historia humana.Estados Unidos no limita la capacidad de Cuba para tomar estas medidas. Depende de ustedes. Y puedo decirles como amigo que en el siglo XXI la prosperidad sostenible depende de la educación, la salud, y la protección del medio ambiente. Pero también depende del intercambio libre y abierto de ideas. Si uno no puede acceder a la información en línea, si no puede estar expuesto a diferentes puntos de vista, no alcanzará su máximo potencial. Y con el tiempo, la juventud va a perder la esperanza.
Sé que estos son temas sensibles, sobre todo viniendo de un presidente estadounidense. Antes de 1959, algunos americanos veían a Cuba como algo que explotar, ignoraban la pobreza, facilitaban la corrupción. Y desde 1959, hemos estado boxeando con nuestras sombras en esta batalla de la geopolítica y las personalidades. Conozco la historia, pero me niego a ser atrapado por ella. (Aplausos.)
He dejado claro que Estados Unidos no tiene ni la capacidad, ni la intención de imponer un cambio en Cuba. Cualquier cambio que venga dependerá del pueblo cubano. No les vamos a imponer nuestro sistema político o económico. Reconocemos que cada país, cada pueblo, debe trazar su propia ruta y dar forma a su propio modelo. Pero después de haber eliminado de nuestra relación la sombra de la historia, debo hablar con honradez acerca de las cosas en que yo creo: las cosas en las que nosotros, como estadounidenses, creemos. Como dijo Martí, "La libertad es el derecho de todo hombre a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía".
Así que, déjenme decirles en qué creo. No puedo obligarles a estar de acuerdo conmigo, pero ustedes deben saber lo que pienso. Creo que cada persona debe ser igual ante la ley. (Aplausos.) Todos los niños merecen la dignidad que viene con la educación y la atención a la salud, y comida en la mesa y un techo sobre sus cabezas. (Aplausos.) Creo que los ciudadanos deben tener la libertad de decir lo que piensan sin miedo (Aplausos) de organizarse y criticar a su gobierno, y de protestar pacíficamente; y que el Estado de Derecho no debe incluir detenciones arbitrarias de las personas que ejercen esos derechos. (Aplausos). Creo que cada persona debe tener la libertad de practicar su religión en paz y públicamente (Aplausos). Y, sí, creo que los electores deben poder elegir a sus gobiernos en elecciones libres y democráticas. (Aplausos).
No todo el mundo está de acuerdo conmigo en esto. No todo el mundo está de acuerdo con el pueblo estadounidense acerca de esto. Pero yo creo que los derechos humanos son universales. (Aplausos). Creo que son los derechos del pueblo estadounidense, del pueblo de Cuba, y de las personas en todo el mundo.
Ahora bien, no es ningún secreto que nuestros gobiernos están en desacuerdo sobre muchos de estos asuntos. He sostenido conversaciones francas con el presidente Castro. Durante muchos años, él ha señalado las fallas en el sistema americano: la desigualdad económica; la pena de muerte; la discriminación racial; guerras en el extranjero. Eso es sólo una muestra. Él tiene una lista mucho más larga. (Risas). Pero esto es lo que el pueblo cubano necesita comprender: yo estoy abierto a ese debate público y al diálogo. Es bueno. Es saludable. No le temo.
Tenemos demasiado dinero en la política estadounidense. Sin embargo, en Estados Unidos, todavía es posible para alguien como yo -un niño que fue criado por una madre soltera, un niño mestizo que no tiene mucho dinero- aspirar al más alto cargo de la tierra y ganarlo. Eso es lo que es posible en los Estados Unidos. (Aplausos).
Tenemos desafíos de discriminación racial -en nuestras comunidades, en nuestro sistema de justicia criminal, en nuestra sociedad- un legado de la esclavitud y la segregación. Pero el hecho de que tengamos debates abiertos dentro de la propia democracia estadounidense es lo que nos permite mejorar.
En 1959, el año en que mi padre se trasladó a Estados Unidos, en muchos estados americanos era ilegal que se casara con mi madre, que era blanca. Cuando empecé la escuela, todavía estábamos luchando por eliminar la segregación en las escuelas de todo el sur de los Estados Unidos. Pero las personas se organizaron; protestaron; debatieron estos temas; desafiaron a los funcionarios del gobierno. Y debido a esas protestas, y debido a esos debates, y debido a la movilización popular, es que yo puedo estar aquí hoy, un afroamericano, presidente de los Estados Unidos. El que pudiéramos lograr un cambio se debió a las libertades que disfrutamos en los Estados Unidos.
No estoy diciendo que sea fácil. Todavía hay enormes problemas en nuestra sociedad. Pero la manera que tenemos para resolverlos es la democracia. Así es como obtuvimos atención de salud para más estadounidenses. Así es como hemos hecho grandes avances en los derechos de la mujer y los derechos de los homosexuales. Así es como atendemos la desigualdad que concentra tanta riqueza en los estratos superiores de nuestra sociedad. Gracias a que los trabajadores pueden organizarse y la gente común tener una voz, la democracia estadounidense ha dado a nuestra gente la oportunidad de realizar sus sueños y disfrutar de un alto nivel de vida. (Aplausos).
Ahora bien, todavía nos quedan algunas peleas difíciles. No siempre es bonito el proceso de la democracia. A menudo es frustrante. Lo pueden ver en las elecciones que tenemos allá. Pero deténganse un momento y consideren este hecho: en la campaña electoral estadounidense que está teniendo lugar en este momento hay dos cubanoamericanos del Partido Republicano, compitiendo contra el legado de un hombre negro que es Presidente, mientras aducen ser la mejor persona para vencer al candidato demócrata que, o bien va a ser una mujer, o un socialdemócrata.(Risas y aplausos.) ¿Quién lo hubiera creído en 1959? Esa es una medida de nuestro progreso como democracia. (Aplausos).
Así que aquí está mi mensaje para el gobierno de Cuba y el pueblo cubano: los ideales que son el punto de partida de toda revolución - la revolución americana, la revolución cubana, los movimientos de liberación en todo el mundo - esos ideales encuentran su expresión más auténtica, creo yo, en una democracia. No porque la democracia estadounidense sea perfecta, sino precisamente porque no lo somos. Y nosotros -como todos los países- necesitamos para cambiar el espacio que la democracia nos da. Ella da a los individuos la capacidad de ser catalizadores para pensar en nuevas formas, y reimaginar cómo debe ser nuestra sociedad, y hacerse mejores.
Ya está teniendo lugar una evolución dentro de Cuba, un cambio generacional. Muchos sugerían que viniera aquí y le pidiera al pueblo de Cuba que echara abajo algo, pero estoy apelando a los jóvenes cubanos, que son los que van a levantar algo, a construir algo nuevo. (Aplausos). (en español) El futuro de Cuba tiene que estar en las manos del pueblo cubano. (Aplausos).
Y al presidente Castro –a quien le agradezco estar aquí hoy- quiero que sepa, creo que mi visita aquí demuestra, que no tiene por qué temer una amenaza de los Estados Unidos. Y teniendo en cuenta su compromiso con la soberanía y la autodeterminación de Cuba, también estoy seguro de que no tiene por qué temer a las voces diferentes del pueblo cubano, y su capacidad de expresarse, reunirse, y votar por sus líderes. De hecho, tengo una esperanza para el futuro porque confío en que el pueblo cubano tomará las decisiones correctas.
Y como ustedes, también estoy seguro de que Cuba puede seguir desempeñando un papel importante en el hemisferio y en todo el mundo, y mi esperanza, es que pueda hacerlo como socio de los Estados Unidos.
Hemos desempeñado roles muy diferentes en el mundo. Pero nadie debería negar el servicio que miles de médicos cubanos han prestado a los pobres y los que sufren. (Aplausos). El año pasado, trabajadores de la salud estadounidenses -y militares de EE.UU.-- trabajaron codo a codo con los cubanos para salvar vidas y acabar con el Ébola en África Occidental. Creo que deberíamos continuar teniendo esa clase de cooperación en otros países.
Hemos estado en el lado opuesto de muchos conflictos en el continente americano. Pero hoy en día, los estadounidenses y los cubanos están sentados juntos en la mesa de negociación, y estamos ayudando a los colombianos a resolver una guerra civil que se ha prolongado durante décadas. (Aplausos). Ese tipo de cooperación es bueno para todos. Brinda esperanza a todos en este hemisferio.
Tomamos diferentes caminos en nuestro apoyo al pueblo de Sudáfrica para la abolición del apartheid. Pero el presidente Castro y yo pudimos estar al mismo tiempo en Johannesburgo para rendir homenaje al legado del gran Nelson Mandela. (Aplausos).
Y al examinar su vida y sus palabras, estoy seguro de que ambos nos damos cuenta de que tenemos más trabajo por hacer para promover la igualdad en nuestros propios países: para reducir la discriminación de las razas en nuestros propios países. Y en Cuba, queremos que nuestro compromiso ayude a levantarse a los cubanos de ascendencia africana, (Aplausos) que han demostrado que no hay nada que no puedan lograr cuando se les da la oportunidad.
Hemos sido parte de diferentes bloques de naciones en el hemisferio, y vamos a seguir teniendo profundas diferencias sobre las maneras de promover la paz, la seguridad, las oportunidades y los derechos humanos. Pero a medida que se normalicen nuestras relaciones, creo que podremos ayudar a fomentar un mayor sentido de unidad en las Américas (en español) Todos somos americanos. (Aplausos).
Desde el inicio de mi mandato, he instado a la gente en las Américas a dejar atrás las batallas ideológicas del pasado. Estamos en una nueva era. Sé que muchos de los problemas de los que he hablado carecen del drama del pasado. Y sé que parte de la identidad de Cuba es su orgullo de ser una pequeña nación insular capaz de defender sus derechos, y estremecer al mundo. Pero también sé que Cuba siempre se destacará por el talento, el trabajo duro, y el orgullo del pueblo cubano. Esa es su fuerza. (Aplausos). Cuba no tiene que ser definida por ser adversario de los Estados Unidos, más de lo que los Estados Unidos deben ser definidos por ser adversarios de Cuba. Tengo esa esperanza para el futuro debido a la reconciliación que está teniendo lugar en el pueblo cubano.
Sé que algunos cubanos en la isla pueden tener la sensación de que los que se fueron de alguna manera apoyaron el viejo orden en Cuba. Estoy seguro de que hay una narrativa que perdura aquí, y que sugiere que los exiliados cubanos pasaron por alto los problemas de la Cuba pre-revolucionaria, y rechazaron la lucha por construir un nuevo futuro. Pero hoy les puedo decir que muchos exiliados cubanos guardan recuerdos de una dolorosa -y, a veces violenta- separación. Ellos aman a Cuba. Una parte de ellos todavía considera que este es su verdadero hogar. Es por eso que su pasión es tan fuerte. Es por eso que su dolor es tan grande. Y para la comunidad cubanoamericana que he llegado a conocer y respetar, no se trata sólo de política. Se trata de la familia: el recuerdo de una casa que se perdió; el deseo de reconstruir un vínculo roto; la esperanza de un futuro mejor; la esperanza del retorno y la reconciliación.
A pesar de las políticas, las personas son personas, y los cubanos son cubanos. Y he venido aquí -he viajado esta distancia-- sobre un puente que fue construido por cubanos a ambos lados del estrecho de la Florida. Primero llegué a conocer el talento y la pasión de los cubanos en Estados Unidos. Y sé cómo han sufrido algo más que el dolor del exilio: también saben lo que es ser un extraño, y pasar trabajos, y trabajar más duro para asegurarse de que sus hijos puedan llegar más lejos en América.
Así que la reconciliación de los cubanos - los hijos y nietos de la revolución, y los hijos y nietos del exilio- es fundamental para el futuro de Cuba. (Aplausos).
Uno lo ve en Gloria González, que viajó aquí en 2013, por primera vez después de 61 años de separación, y fue recibida por su hermana, Llorca. "Tú me reconociste, pero yo no te reconocí a ti", dijo Gloria espués de abrazar a su hermana. Imagínese eso, después de 61 años.
Se ve en Melinda López, que llegó a la antigua casa de su familia. Y mientras caminaba por las calles, una anciana la reconoció como hija de su madre, y se puso a llorar. La llevó a su casa y le mostró un montón de fotos que incluían algunas de Melinda cuando era una bebé, que su madre le había enviado hacía 50 años. Melinda diría más tarde: "Muchos de nosotros estamos recuperando tanto ahora".
Se ve en Cristian Miguel Soler, un joven que fue el primero de su familia en viajar aquí después de 50 años. Y al encontrarse con sus familiares, por primera vez, dijo, "Me di cuenta de que la familia es la familia, sin importar la distancia entre nosotros".
A veces los cambios más importantes comienzan en lugares pequeños. Las mareas de la historia pueden dejar a las personas atrapadas en situaciones de conflicto, y exilio, y pobreza. Se necesita tiempo para que esas circunstancias cambien. Pero en el reconocimiento de una humanidad común, en la reconciliación de personas unidas por lazos de sangre y en el creer el uno en el otro, es donde comienza el progreso. En el entendimiento, y el saber escuchar, y el perdón. Y si el pueblo cubano enfrenta el futuro unido, será más probable que los jóvenes de hoy puedan vivir con dignidad y alcanzar sus sueños aquí en Cuba.
La historia de los Estados Unidos y Cuba abarca revolución y conflicto; lucha y sacrificio; retribución y, ahora, reconciliación. Es ya hora de dejar atrás el pasado. Ha llegado el momento de que miremos juntos hacia el futuro (en español) un futuro de esperanza. Y no va a ser fácil, y habrá adversidades. Tomará tiempo. Pero mi tiempo aquí en Cuba renueva mi esperanza y mi confianza en lo que el pueblo cubano puede hacer. Podemos hacer este viaje como amigos, y como vecinos, y como familia: juntos. (en español) Sí se puede.
Muchas gracias. (Aplausos.)

 

 

 

Última actualización el Sábado, 26 de Marzo de 2016 11:48
 

Comments  

 
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