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SOCIALISMO, CAPITALISMO Y NATURALEZA HUMANA PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 20 de Diciembre de 2009 22:06

Jorge Hernández Fonseca

20 de Septiembre de 2008

 

Fidel Castro acaba de publicar una de sus reflexiones, en la que abunda sobre la esencia del socialismo que defiende para Cuba, sobre todo, en los aspectos que pudiéramos denominar como “asuntos morales”. Por el contenido teórico-práctico de esta reflexión, pudiéramos decir que este artículo suyo puede considerarse como el testamento político-ideológico del dictador.

 

Castro trata de la situación de calamidad ética y moral que se abate sobre la isla después del paso de los huracanes Gustav e Ike, criticando los robos, desfalcos, desvíos de recursos y otros males propios del sistema de escasez que ha implantado. Tal debe ser el nivel de corrupción imperante en todos los niveles del sistema de mando castrista, que les ordena “mano dura”.

 

Sin embargo, y a pesar de reconocer la podredumbre imperante dentro de su propio partido comunista ante la desgracia cubana, comenta introductoramente aspectos de la “naturaleza humana”, en lo que él estima que es el capitalismo y lo que él quisiera que fuera el socialismo.

 

Claro que el dictador cubano caricaturiza al socialismo como siendo “el bueno” mientras que al capitalismo le deja el papel del “malo”. Es el tradicional enfoque maniqueo “blanco-negro” lo que resalta cuando escribe sobre la desmoralización de una sociedad socialista empobrecida.

 

Por considerar importante desentrañar lo que pasa por la cabeza del dictador cubano en su postrer momento --asociado al análisis del desbarajuste y la corrupción dentro de su propio partido-- quiero exponer en extenso todo el párrafo introductorio al desastre que después critica, comenzando por la tradicional zanahoria, con la que promete “el futuro luminoso” de siempre:

La lucha es el único camino de los pueblos en la actualidad para alcanzar una comunidad en la cual vivir con justicia social y decoro, la antítesis del capitalismo y los principios que rigen el odioso e injusto sistema. En la dura batalla por esos objetivos, el peor enemigo es el instinto egoísta del ser humano. Si el capitalismo significa la constante utilización de ese instinto, el socialismo es la batalla incesante contra tal tendencia natural. Si otras veces en la historia la alternativa era volver al pasado, hoy tal alternativa no existe. Se trata de una batalla que corresponde librar fundamentalmente a nuestro glorioso Partido.”

Varias consideraciones deben hacerse ante semejantes aseveraciones:

 

En primer lugar, Fidel Castro mezcla aspectos éticos y morales --temas típicos para ser abordados (con un enfoque personal y voluntario) por las religiones, o las asociaciones fraternales-- con los objetivos de un partido político que profesa la filosofía y la práctica marxista-leninista, sabidamente contrarios a ética y la moral occidental, a la que denominan despectivamente como “moral burguesa”, defendiendo a cambio una “moral clasista”, que especialmente en Cuba tiene un postulado ético único: “con Fidel todo, contra Fidel nada”.

 

En segundo lugar, el hecho de tomar como elemento clave lo que el dictador denomina como “el instinto egoísta del ser humano” sobre el cual el socialismo debe librar una “batalla incesante contra tal tendencia natural”. Notemos que el dictador no describe defectos “egoístas” del capitalismo y los achaca sin ambigüedades “al ser humano” --capitalista o comunista-- por considerarlos una “tendencia natural” contra la cual debe librase “una batalla que corresponde al partido”. Sin embargo, no es difícil demostrar que no es precisamente el “egoísmo” lo que hace progresar a las empresas capitalistas, todo lo contrario, cuando una empresa capitalista está compuesta de manera notable por personas “egoístas”, difícilmente la empresa progresa.

 

De manera que, lo que mueve la sociedad capitalista no es precisamente el “egoísmo”. El motor del progreso humano es un “instinto natural”, antropológico, de progreso individual (o familiar) que el socialismo tanto rechaza en su afán de ‘unanimidad’, contra el cual un partido político muy poco puede hacer (salvo anularlo a la fuerza) y que cuando por excesivo perjudica el convivio social, ha sido ‘campo’ de las religiones. ¿Es acaso el marxismo leninismo una religión que pregona el sometimiento de la naturaleza humana a los caprichos de un dictador, como hizo Chauchescu en Rumania, Stalin en Rusia, Mao en China o Fidel Castro en Cuba?

 

En tercer lugar, el pensamiento expuesto deja claro que “el socialismo es una batalla incesante contra una tendencia natural”, lo que viene a corroborar –dicho por el máximo responsable del desastre socialista cubano-- la imposibilidad de cualquier tipo de triunfo en esa batalla. Es sabido --según el filósofo y economista inglés David Hume-- que “todo programa político, que tenga como objetivo cambiar la naturaleza humana, es francamente fantasioso”.

 

En cuarto lugar, el capitalismo no significa “la constante utilización de ese instinto…”. El capitalismo es un sistema económico para generar bienes y servicios de manera eficiente (pudiéramos decir que es el sistema económico más eficiente en nuestro grado actual de estadío económico-histórico-social) del cual nadie es directamente responsable y se debe a la materialización de lo mejor que la sociedad humana en su conjunto ha adoptado naturalmente para producir bienes y servicios y donde los desvíos de conducta ética o moral son corregidos.

 

La esencia del socialismo estatizante es otra. La invención de un sistema económico artificial (no creado por la sociedad humana, sino imaginado en una mente febril, una noche de verano) y puesto en práctica como la manera de “modificar la conducta humana” a través de un partido político, que como el partido comunista de Cuba ahora --ante la desgracia natural del dos ciclones-- roba, desvía, traiciona y hace barbaridades, después de medio siglo de “lucha incesante contra las tendencias naturales”. Esa es la ideología íntima del dictador cubano y es el drama del pueblo de la isla, sometido a un experimento para cambiar “su tendencia natural”.

 

En esta ‘reflexión’, tenemos por escrito una declaración inequívoca de lo que el socialismo marxista pretende con la sociedad humana, sea en Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador o Paraguay: cambiar la naturaleza de las personas a través de una dictadura, encabezada por un partido elitista que, cuando sucede alguna desgracia, roba, desvía, aprovecha, sin aparecer por ningún lado el “cambio de naturaleza” a que el dictador ha querido obligar a los cubanos.

 

Con relación a los desvíos de los aspectos éticos y morales, la sociedad occidental lucha contra el desvío egoísta del ser humano a través de las religiones y las leyes, cada vez más severas. Capitalismo no es sinónimo de egoísmo. En realidad los hombres que individualmente han amasado las mayores fortunas históricamente, son personas de una capacidad individual de sacrificio y frugalidad ejemplares, carentes de la ostentación que por el contrario abunda en personeros comunistas como Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales y Fidel Castro.

 

El capitalismo no es un sistema social, es un sistema económico que no es perfecto y como demuestran los problemas por los que atraviesa la sociedad norteamericana de hoy día, es totalmente perfeccionable. Su esencia es admitir errores y enmendarlos, con vistas a continuar esa lenta (pero continua) lucha de perfeccionamiento natural de un sistema que carece de postulados inamovibles, fuera de los estrictamente asociados a la naturaleza humana.

 

No es posible además admitir juicios morales o éticos sobre el sistema occidental, --como los emitidos por el dictador cubano en su ‘reflexión”-- cuando en el mismo escrito es capaz de decidir (como si nada) sobre el fusilamiento (o no) de quienes ahora en Cuba roban, saquean y desvían dentro del partido comunista que él dirige, “para cambiar la naturaleza humana”.

 

El socialismo es un fracaso en toda la línea precisamente porque pretende modificar lo que estima como un defecto de esa naturaleza humana, cuando en realidad incentiva lo peor que hay en el hombre, eliminando la religión, adoptando filosofías materialistas y eliminado los valores morales de la sociedad para sojuzgarla, en pos del mantenimiento férreo de una dictadura personal, verdadero objetivo escondido en todo andamiaje marxista leninista.

 

Artículos de este autor pueden leerse en http://www.cubalibredigital.com

 

 

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