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Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 20 de Diciembre de 2009 18:12

Por Luis Tornés Aguililla.  Irún, 6 de diciembre de 2009.

 

¡ En Cuba sí hay racismo !.

La República de los Generales y Doctores se fundó también sobre esa base, aupando un «blanqueo» en la sociedad republicana auspiciado por los interventores americanos primero, aliados a muchos autonomistas que fueron la punta de lanza de los intereses foráneos y a ex partidarios de la España derrotada;  y luego, por antiguos mambises que llegaron al poder al producirse un vacío en el liderazgo de las filas insurrectas, por la desaparición física de la mayoría de los líderes naturales independentistas.

 

En los primeros años republicanos se propició la llegada masiva de españoles, cuyo número superó incluso al de los llegados a Cuba durante la Colonia.

 

Muchos mambises negros - que constituían casi la mayoría de los alzados en armas en la última guerra de Independencia - no vieron satisfechas sus ansias económicas, por artimañas culturales aduciendo su ignorancia académica mientras otros - muy pocos- sí llegaban a altas posiciones.

 

De los primeros, viene a la mente el Gral. Quintín Banderas, que sólo obtuvo un mísero puesto en una dependencia oficial del que más tarde fue cesanteado y finalmente en la Guerrita de Agosto en 1905 fue macheteado bestialmente por las fuerzas gubernamentales. De los últimos, un ejemplo es Martín Morúa Delgado  quien fue electo presidente del Senado republicano aunque sufriendo, en ocasiones, desprecios encubiertos como cuando él fue invitado a una recepción oficial pero no su esposa.

 

Otro fue el General Generoso Campos Marquetti que había sido elegido miembro de la Cámara de Representantes, seguido por su hermano Francisco en 1905.

 

El General Generoso Campos Marquetti dijo un día « Me apena y me duele ver a mi país disfrutando con trabajo la libertad conquistada con tanta sangre y con tantos heroísmos. El término medio de las masas de nuestra población, ve claro el camino recto por donde Cuba no tardaría en merecer la admira­ción y los aplausos del mundo. Pero la nociva influencia de los revoltosos de otros países, enma­rañan nuestra política hasta ha­cernos caer en un campo de abrojos….. ».

 

El partido de Los Independientes « de Color » fue fundado  en  1908 en La Habana por  Evaristo Estenoz, Pedro Ivonet, el periodista  Gregorio Surín y un grupo de partidarios, muchos de los cuales habían sido veteranos del Ejército Libertador. El propio Estenoz había sido ayudante del General Quintín Banderas.  El Ejército de Cuba masacró a más de 5 000 cubanos negros –cifra no oficial - sólo en Oriente y algunos blancos en 1912 en la guerra conocida como  la « Guerrita de los Negros », tras el alzamiento de Estenoz y de sus compañeros al éstos creer cerrados los accesos a las posiciones que pensaban se merecían y prohibírseles –mediante la « Ley Morúa » formar un partido Independiente « de Color ».

 

 

El Gral. José Monteagudo los combatió ferozmente provocando la muerte a miles de alzados, mayoritariamente negros e incluso a pacíficos cubanos negros que no habían participado en la rebelión. Estenoz murió en un enfrentamiento con las fuerzas del Gral. Monteagudo y al día siguiente Ivonet fue capturado y mientras era transportado hacia la ciudad de Santiago de Cuba, un mulato, teniente del Ejército –ironías de la vida—le aplicó la ley de Fuga –muerto mientras trataba de escapar- creación de la Revolución mexicana - .

 

Pero, hablamos de 1912, a casi 100 años de este año 2009 en el que hemos celebrado con alegría el vigésimo aniversario del derrumbe del « Muro de Berlín ».

 

Ya en 1933, en la República de Militares y Estudiantes resultado del  derrocamiento del Gral. Gerardo Machado, un nuevo grupo tomó el poder encabezado por Fulgencio Batista, mulato de chino, taíno y negro.

 

Sus correligionarios,  muchos de ellos negros o mulatos ascendieron en la escala tanto económica como social, integrándose en su mayoría a una nueva realidad nacional al amparo (solamente teórico) de la Constitución de 1940, la cual prohibía cualquier tipo de discriminación racial.

 

Ello no quiere decir que después de 1933 no existieran en la sociedad cubana fuertes rezagos de la discriminación anterior puesto que en algunos lugares privados ésta se practicaba muy sutilmente, incluso es notorio que a Batista al tratar de entrar al « Habana Yacht Club » le «tiraron la bola negra» o sea le vetaron la entrada no obstante su alta posición política y militar.

 

Estos fuertes rezagos generarían, al pasar de los años, de manera mecánica y exponencial el racismo palpable en la Cuba de hoy  en la que los esquemas estéticos y culturales dominantes  agregados a la realidad económica de los cubanos negros, conforman una especie de apartheid de facto, una línea invisible, una comidilla íntima entre gente de buena y mala compañía porque el castrismo, por oportunismo político y en su calidad de promotor de la miseria, actuó como neutralizador del proceso natural de integración de todos los habitantes de la isla en una Nación única e indivisible.

 

En este fin de año de 2009, se acaban de marchar de Cuba unos ciudadanos de Estados Unidos de América que han denunciado la discriminación racial contra los negros en Cuba  y han hecho bien pero  nuestro país no tiene la misma historia que Estados Unidos donde, sin hablar ya de la guerra de independencia, nunca hubo entre 1861 y 1864, durante la guerra civil entre el norte y el sur, ningún oficial superior negro o mulato en las fuerzas de la Unión mientras que en Cuba, después de 1868 hubo generales y oficiales negros y mulatos con mando y tropas durante las dos guerras de independencia contra España.

 

Hoy, a finales de 2009, se agita el problema del racismo en Cuba –cosa que no es algo nuevo— como el que agita un trapo rojo delante de un toro y resulta que uno de los impulsores de la campaña es un negro – de origen jamaiquino-, Charles «Carlos» Moore con una historia de animosidad racial hacia los « gubanos blancos burgueses » olvidando que sus propias raíces ideológicas son comunistas con inclinaciones al maoísmo y olvidando también que sólo vivió en Cuba de 1961 a 1963 cuando se asiló en una embajada africana, marchó a Egipto donde estudió y luego, en Francia, colaboró con « Présence Africaine ».

 

Según el historiador Hugh Thomas, Charles Moore fue traductor de Fidel Castro en el hotel Theresa de Harlem en 1961 antes de ir a Cuba como traductor de Radio Free Dixie, emisora dirigida por el líder negro Robert Williams que, a la sazón, vivía permanentemente en el Hotel Capri de La Habana sufragado por el muy internacionalista gobierno castrista.

 

Hay unas interrogantes :

¿Por qué esta tardía acusación y condena del racismo en Cuba ?.

¿ Por qué hoy, cuando hasta ayer los llamados « afroamericanos » han apoyado sin ambages al régimen de Fidel Castro ?.

¿A qué viene este repentino cambio con pataleo ?.

¿ Estaremos ante motivaciones políticas a largo plazo o ante una excelente y florentina maniobra del castrismo ?.

 

Sea lo que fuere, la doctrina republicana de los cubanos en estos años en que celebramos el lento pero seguro derrumbe del castrismo, debe ser la integración nacional por encima del color de la piel aunque la Nación cubana esté hoy malherida después de medio siglo de traiciones, de desparpajo colectivo con cobardía y bacanálica entrada a mentiras.

 

La noción de «afroamericano»  es asunto de Estados Unidos.

Nosotros no somos «hispanocubanos» ni «taínocubanos” de modo que la elucubración de un ente «afrocubano» que muchos enarbolan no corresponde a nuestra realidad política o sociológica.

 

Con la misma intensidad, cuando algunos camagüeyanos majaderos hablan con sorna de la futura « República del Camagüey » - cosa que ni ellos mismos se creen -, nos cuesta trabajo imaginar que haya gente en Cuba y fuera de ella aspirando a una Cuba negra con o sin división territorial ( favor de mirar fugazmente en dirección de Haití y Santo Domingo ).

 

Las estadísticas de las que pudiese brotar una minoría blanca sujeta a una discriminación al revés tienen como base las cifras y las malas intenciones pero, como bien sabemos, el papel lo aguanta todo y tanto más que, siguiendo el pragmatismo del señor de Trier (Alemania ), lo determinante en Cuba será, como en todas partes, un asunto de los que tengan la capacidad financiera de obrar. El resto es literatura y alboroto y, por eso mismo, nuestro país necesita ahorrarse las crispaciones étnicas, raciales o comunitarias lo cual, de paso, quitará leña al fuego que el régimen dictatorial parece estar preparándonos para el día de después…..

 

Debemos prestar una atención especial a aquello de siempre precisar que en Cuba solamente hay cubanos porque cuando venga el cambio hacia la democracia, la realidad económica de las familias cubanas no se ajustará para nada a las esperanzas legítimas de hoy y ello puede provocar situaciones nefastas e inesperadas.

 

En una palabra :  nunca ha habido odio racial en Cuba como sí lo hubo y todavía lo hay en Estados Unidos por lo que, aunque sólo fuere por honestidad intelectual, no debemos aceptar el paralelismo entre la vida de los « afronorteamericanos » y los cubanos negros. Son dos historias fundamentalmente diferentes.

 

En este asunto potencialmente tan grave, los intelectuales cubanos, los científicos y las personalidades políticas de la oposición al castrofascismo fuera y dentro de Cuba tienen una responsabilidad determinante para evitar que Fidel Castro y su tropa no nos dejen, al morir, una bomba sin espoleta, es decir, una guerra racial  injustificada  e  irracional .

 

NOTA :

El presente artículo contó con la indispensable colaboración

del Profesor Roberto Solera de Castro.

 

Fonte: Identificada en el texto

http://www.cubalibredigital.com

Última actualización el Domingo, 20 de Diciembre de 2009 18:13
 

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